jueves, 13 de marzo de 2014

Epílogo

“Te prometo que nunca más te voy a hacer llorar”. Esas palabras, esas que me dijo Dani cuando volvió de Toulouse y que jamás voy a olvidar. Mintió. Nueve meses más tarde me hizo llorar al ver por primera vez la cara de la pequeña Danna. Lloré también cuando me llevó con los ojos tapados al que se acabó convirtiendo en nuestro hogar y cuando colocó en una de las estanterías el “álbum de desayunos” que había estado haciendo en secreto para regalármelo en nuestro primer aniversario. Recuerdo ese momento con tanta ternura que jamás lo voy a olvidar.
Ese día me desperté con besos, como cada mañana, y abrí los ojos sonriendo mientras buscaba su mirada cómplice. Ahí estaba, una mañana más como lo había estado los 365 días anteriores.
-Feliz aniversario, mi amor. –Me dio un beso más sonriendo y me destapó tirando rápidamente de la sábana. –Buenos días a ti también, pequeña. –Dijo mientras me acariciaba la tripa que crecía por momentos.
-¡Ay! ¡Que tengo frío! –Dije quejándome y encogiéndome al mismo tiempo.
-Discúlpenme, princesas, no era mi intención molestarlas.
-Tú nunca molestas. –Me acerqué como pude ya que la barriga no me permitía moverme mucho y él se acercó también para facilitarme el trabajo. Le besé y volvimos a sonreír. –Feliz aniversario. –Otro beso. –Te quiero.
-Voy a por el desayuno ¡No te muevas!
-No creo que pueda huir muy lejos con tantos kilos encima –Contesté bromeando justo antes de que desapareciera por la puerta. Minutos más tarde volvía con una bandeja repleta de pasteles y un paquete bajo el brazo. –¿Qué traes ahí?
-Tu regalo
-¡Dámelo! ¡¡Quiero abrirlo ya!!
-No, primero tienes que desayunar
-¡¡No, primero mi regalo!! –Y como no pudo ser de otra forma, le acabé convenciendo.
-Con cuidado, que se puede romper.
-¡Una cámara de fotos!
-Pero no es una cámara normal. Es una cámara que sólo capta momentos únicos como este. Dámela que la vamos a usar para nuestra foto de desayuno.
-¡Sí! Que con el móvil salen regular…
-¡Muerde! -“Muerde” era la palabra que Dani y yo decíamos en lugar de “patata”. Como nos hacíamos una foto desayunando cada mañana, empezó siendo una broma para ese momento y acabó siendo nuestra clave para sonreír. –Pero a partir de hoy, con nosotros va a desayunar también la pequeña. –Justo entonces levantó mi camiseta, se agachó para besar mi tripa y pulsó el disparador. Casi me da algo cuando vi salir la foto impresa por la parte inferior.
-¡Es instantánea! ¿A ver? –Dije alargando el brazo para ver la foto.
-Paciencia. –Se estiró sobre la cama, sacó la cabeza por el lado y justo de debajo de donde estábamos nosotros, sacó el álbum.
-¿Y esto?
-La otra parte del regalo. –Me lo dio junto a la foto, se volvió a sentar a mi lado y me besó en la sien. –Haz tú los honores. –Cuando lo abrí no me lo podía creer. Había estado guardando todas y cada una de las fotos de desayunos que nos habíamos hecho durante todos estos días e incluso había ido poniendo anotaciones de lo mucho que me quería y lo guapa que me levantaba cada mañana, o al menos eso decía él. Vimos el álbum entero recordando momentos ocurridos durante este año y finalmente llegamos a la última; la última hasta ese momento porque ahora me tocaba a mí pegar la foto de nuestro aniversario con los ojos ya humedecidos intentando contener unas lágrimas que más pronto que tarde acabarían cayendo.
Así fue la celebración de nuestro primer año como pareja, pero Dani tiene esa capacidad de volver a sorprenderme cada vez que se lo propone. Cuando termino de hacer mi sección en El Hormiguero  casi siempre me encuentro en mi camerino un ramo de flores acompañado de una nota suya con una pista para saber en qué lugar de Madrid está esperándome, cuál será el próximo viaje que nos tiene preparado o cualquier locura absurda que sólo él pueda imaginar.
Recuerdo la primera vez que dejó a Danna en casa de Flo sin decirme nada para que pudiéramos relajarnos después de tantos meses sin estar a solas y casi me da algo. Me volví a subir al coche y conduje hasta donde estaba mi niña sin ni siquiera dirigirle la palabra a Dani en todo el camino y al final Flo me hizo ver que no podía pretender tener a mi hija siempre a mi lado. Guardo esa noche en mi memoria con muchísimo cariño porque después de esa charla, cambiamos de tema una y otra vez hasta llegar a la idea del que sería nuestro próximo programa juntos. Eran las cinco menos cuarto de la mañana cuando empezamos a llamar a cada miembro del equipo ilusionadísimos con este nuevo proyecto y a pesar de algunas quejas por la hora, todos aceptaron sin que nos diera tiempo a contarles la idea. Supongo que esa es la esencia de las familias, confiar en todos con los ojos cerrados sin miedo a caer porque sabes que juntos nada malo puede pasar.
 Hoy, la tontaca más pequeña del equipo cumple tres añitos y nos ha pedido ir a jugar con papá y mamá a la tele. Yo estoy muy nerviosa porque aunque no vaya a salir en pantalla, me hace mucha ilusión que quiera conocer el trabajo de sus padres y quién sabe si tenemos delante a una futura presentadora.
Mientras la peino, Dani se acerca grabándonos con la cámara y enseguida Danna quiere a ponerse a jugar con él.
-Espérate un momento que todavía no he terminado.
-Hazle caso a mamá que hoy está más nerviosa de lo normal –Dice enfocándome con la cámara.
-Anda, no me grabes que ni siquiera me ha dado tiempo a maquillarme. –Digo un poco molesta porque en lugar de ayudarme se pone a jugar con la niña.
-¿Yo estoy guapa, papá?
-Tan guapa como tu madre, lo que pasa es que a ella le gusta que se lo digan y por eso siempre se queja de que está fea. Una vez le dieron un premio por ser la más guapa del universo ¿Sabes?
-¡Quién se acuerda ya de eso! –Contesto intentando restarle importancia.
-Yo me acuerdo. –Le sonrío y veo que me mira con esos ojos de enamorado mientras me sonríe también y hace que cualquier presión se venga abajo y me recargue de energía para el resto del día.
-Tú no te desanimes, que algún día te lo darán a ti. –Digo bromeando y le beso.
-A mí ya me has dado el mejor premio que podría imaginar y te aseguro que lo voy a cuidar siempre.
-¿Me das un abrazo? –Digo poniendo cara de niña pequeña.
-Yo no… ¡Te lo vamos a dar los dos! –Coge a Danna por la cintura y se lanza con ella sobre mí. –¡Abrazo a mamá!
-¡¡¡ABRAZO A MAMÁ!!! –Grita también Danna a la que le encantan estos momentos.

-¡Noo! ¡Dejadme escapar! –Grito intentando huir del ataque de cosquillas que sé que llegara pronto. –¡Al final vamos a llegar tarde como siempre! ¡Danna, cariño, sálvame de tu padre! –Y al contrario de lo que yo pensaba, se pone de su parte empieza a hacerme cosquillas también. Definitivamente, volveremos a llegar tarde un día más.