sábado, 23 de noviembre de 2013

Capítulo 44. Aiguille et du fil

No sé cuántos vestidos diferentes me he probado ya. Cada uno con un corte y un estilo diferentes, pero ninguno me convence… No me veo lo suficientemente guapa para Dani. Mi intención es que se quede sin palabras y parece que hoy no lo voy a conseguir.
Vuelvo a dejar los vestidos en su sitio y salgo de la tienda, la quinta en el día de hoy. No sé qué me pasa que ningún vestido me sirve y esto no es muy común en mí. Normalmente encuentro la ropa enseguida, casi sin tener que buscar. Cuando veo el vestido perfecto es como si me enamorara de él y ya ningún otro me sirviera; pero eso hoy no me pasa. Más bien, todo lo contrario… Por mucho que busque e intente poner de mi parte, no hay nada que hacer. No sé si es por la ciudad, por el cansancio del viaje, por la gente de aquí… ¿Y si es por Dani? ¿Y si esto me está pasando porque en realidad no quiero hacer esta locura con él? Ni siquiera me he parado a pensarlo. Le he dicho que sí demasiado rápido… Yo no suelo hacer las cosas así y desde que estoy con Dani parezco otra, como si no fuera yo misma ¿Me estoy equivocando con todo esto?
El sonido del móvil me distrae de mis pensamientos. Empiezo a buscarlo rápidamente en el bolso, pero no lo encuentro y me pongo cada vez más nerviosa hasta que finalmente me doy cuenta de que lo tengo en el bolsillo del pantalón. Veo que es Dani y no sé si ahora es el mejor momento para hablar con él, pero deslizo el dedo por la pantalla y contesto.
-Dime, Dani. –Digo un poco agobiada.
-¿Qué tal estás, princesa? –Sonrío sin más. Es oírle hablar y olvidarme de todo lo malo que me haya pasado ese día.
-Aquí, echándote de menos. –Y no le miento. Ojalá estuviera a mi lado para decirme que estamos hechos el uno para el otro y que nunca vamos a dejar de querernos.
-Yo a ti también, mi niña. Ya queda menos para estar juntos. –Suspiro pensando en volver a tenerlo cerca. -¿Cómo estás pasando la tarde?
-Muy tranquilita. Justo ahora me estoy dando un baño de espuma. –Digo para que luego se lleve la sorpresa.
-¿Seguro? Mucho murmullo escucho de fondo como para que estés en el hotel.
-Bueno… -Intento encontrar una excusa, pero no se me ocurre nada.
-¡Ay Annita que te he pillado! ¡Has ido a ponerte guapa para mí! ¿A que sí?
-¡Qué va! No seas tan egocéntrico. –Digo actuando de la mejor forma que sé.
-Mentirosilla.
-Si yo fuera tú no me hacía ilusiones, que luego te vas a llevar una decepción cuando me veas con los vaqueros y mi camiseta.
-Aún así me seguirás pareciendo la mujer más hermosa que he visto nunca.
-Te quiero, Dani.
-Ya lo sé, mi amor.
-Pero quiero que sepas que te quiero muchísimo. Que aunque a veces me entren dudas o nos enfademos; aunque me vaya a Mollet sin decirte adiós, siempre te estaré queriendo con locura. Lo sabes ¿No?
-Claro que lo sé Anna ¿Pero te pasa algo? ¿Estás bien?
-Estoy mejor que nunca. –Contesto sonriendo.
-Bueno, te dejo tranquila para que sigas fundiéndote la tarjeta.
-¡Eso nunca! –Digo entre carcajadas. –Un beso, mi amor.
-Te quiero.
-Y yo a ti. –Ambos colgamos y yo me acerco a un puestecito ambulante que hay a unos cinco metros de mí. Me compro un Calipo para refrescarme un poco en esta calurosa tarde de verano y me siento junto a una señora de unos sesenta y cinco años en un pequeño banco de los muchos que hay a lo largo de toda la calle. La miro disimuladamente y sonrío imaginándome cómo seré yo con su edad. Seguramente haré las mismas cosas que hago ahora, aunque quizás en lugar de ver series en el ordenador acabe viendo un programa al estilo del de María Teresa Campos tapada con mi mantita. Y a mi lado estará Dani, cogiéndome la mano con fuerza como hace siempre para no dejarme marchar; porque a pesar de los años, seguiremos tan enamorados como ahora, porque es imposible dejar de quererle y porque jamás en la vida me voy a permitir perderle. No sé por qué me han entrado tantas dudas antes si sé de sobra que él es el hombre de mi vida, el único que sabe hacerme tan feliz con una sola mirada.
Me pongo de pie dispuesta a encontrar el vestido ideal, ese vestido diseñado espacialmente para esta ocasión. Apuro lo que me queda de Calipo y entro en la tienda que tengo justo enfrente. Se llama “Aiguille et du fil” y parece ser bastante cara, pero tiene un encanto especial que me atrae. Está decorada como si fuera una sastrería antigua, pero todos los detalles están especialmente cuidados aportándole un toque de elegancia que consigue que me enamore al instante de este lugar. Cada maniquí, cada cuadro, cada espejo… Todo parece una pequeña obra de arte que forma parte de una gran composición y no al final no puedo evitar acabar haciéndome fotos con el móvil en cada uno de los rincones para subir luego alguna a Instagram y enseñársela a mis simoneras.
-Puis je vous aider?
-Lo siento, no hablo español. –Contesto un poco avergonzada a la dependienta que se acaba de acercar mientras me hacía fotos poniendo caras raras.
-¡Oh! ¡No problema! –Dice sonriendo. -¿Le puedo ayudar?
-No, no se preocupe. Sólo estaba mirando. –Digo deseando que se vaya para poder dejar de sentirme avergonzada.
-De acuerdo. Si necesita algo no dude en decírmelo.
-Muchas gracias. –Me sonríe por última vez y se marcha. Suspiro tranquila, un poco más relajada, aunque ya un poco más cohibida que antes e intento disimular mirando ropa. Son todo diseños preciosos, muy elegantes, pero no me veo con ninguno de estos. Al menos para esta ocasión. Necesito un vestido que bonito para dejar a Dani sin palabras, pero que enseñe lo justo y necesario como para que esté deseando quitármelo.

Sigo paseando por el local, mirando vestidos, tocando telas, deleitándome con el hilo musical que se oye de fondo hasta que me quedo paralizada. Es precioso, distinguido, único. Es mi vestido para prometerle a Dani amor eterno.

jueves, 14 de noviembre de 2013

Capítulo 43. ¿Qué me dices?

-¿Qué? –Inconscientemente me separo un poco de él.
-Que te cases conmigo, Anna. –Dice aún más convencido que antes.
-Dani, yo…  -No le quiero hacer daño, pero tampoco soy capaz de disimular el terror que provocan esas palabras en mi cara. –¡No llevamos juntos ni un mes! –Intento hablar con las pocas palabras que me salen.
-No necesito más para saber que eres la mujer de mi vida, cariño. –Me agarra las manos con fuerza y sonríe a pesar de que mis palabras no son las que él pensaba oír.
-Yo… yo te quiero Dani. Te quiero muchísimo, pero esta no es una decisión que se tome a la ligera. No sé si estoy preparada para montar una boda así de repente. –Digo bajando la mirada.
-Mi amor. –Sostiene mi cara con sus manos haciendo que le mire a los ojos. –Tú lo has dicho, me quieres muchísimo. Yo no te estoy hablando de boda en la iglesia ni en el juzgado ni nada de eso. Te hablo de ti y de mí, aquí, ahora. De prometer que siempre nos querremos como nos queremos ahora. –Me da un beso y sonríe. -¿Qué me dices? –Intento mantenerme seria, pero no puedo evitar sonreír.
-Sí quiero ¡Sí quiero! –Digo mientras me lanzo a su cuello para abrazarle. Nos besamos, sonreímos y nos volvemos a besar. –Pero… habrá que comprar anillos ¿No?
-Tú por eso no te preocupes que yo me encargo de todo. Si quieres puedes ir mientras al spa que vimos antes en la calle de aquí al lado y así te relajas un poco.
-Pero yo no quiero separarme de ti… -Digo con voz un poco triste mientras rozo mi nariz con su cuello para darle luego un beso en el mismo lugar.
-Te prometo que esta será la última vez que nos separemos en lo que queda de viaje.
-¿Y no te puedo acompañar? –Le acaricio el mentón intentando ablandarle.
-Sólo van a ser unas horas, mi niña.
-Jo…
-Venga, va, nos vemos a las 8 en la puerta de la habitación ¿Vale?
-Vaaaaaaale. –Contesto no muy convencida. Tengo cuatro horas para no hacer nada y echar de menos a Dani mientras pienso en comerle a besos… No es el mejor plan del mundo, la verdad.
-Adiós, mi niña. Nos vemos en un rato. –Cuando me doy cuenta Dani está ya vestido con el abrigo en la mano y a punto de salir de la habitación.
-¿No me das ni un beso? –Digo un poco molesta.
-Claro que sí. –Se acerca y me besa en la frente. –Sonríe, que estás preciosa. –Dice ya en la puerta. Parece que va con prisa, pero se podría haber quedado un ratito aquí conmigo. Me tumbo en la cama y me estiro aprovechando que tengo todo el espacio para mí sola. Miro a mi derecha y veo la puerta del baño abierta. Me apetece mucho relajarme, pero querría estrenar el baño con Dani… No sé qué hacer. Me revuelvo un poco más en la cama y finalmente decido levantarme para darme un buen baño con espuma. La bañera es realmente enorme y estoy segura de que va a tardar bastante en llenarse, pero al fin y al cabo, tengo cuatro horas. Abro el grifo, regulo la temperatura para que esté perfecta y llamo a recepción para que me traigan algún vino rosado y amenizar así la espera.
Minutos más tarde, estoy rodeada de espuma y con mi copa en la mano disfrutando de un sabor que no había probado hasta ahora. No me cabe duda de que estos franceses saben hacer muy buen vino… Seguro que a Dani le encantará cuando lo pruebe. Miro el reloj y todavía quedan más de tres horas y media para vernos. Al menos así nos besaremos con más ganas, nos abrazaremos, nos acariciaremos. Me dirá que me quiere y que estoy preciosa, como hace siempre; y yo le daré un beso para agradecerle que siempre esté pendiente de mí, que se fije tanto en cada detalle. Nunca pensé que Dani fuera así con sus parejas, pero me ha demostrado que lo nuestro le importa de verdad. Y ahora nos vamos a casar ¡Qué locura! No sé cómo se le ocurren este tipo de cosas, pero me encanta que tenga tanta ilusión por las cosas como puede llegar a tener un niño. Realmente me encanta todo de él. Su sentido del humor, su perseverancia, su cabezonería, su humildad… Tengo mucha suerte de tenerle a mi lado y me apetece compensarle de alguna forma. Esta noche me voy a poner guapa para él, con los ojos ahumados en negro y el pelo suelto con los rizos marcados. Y de ropa… ¡No tengo ropa! Me siento rápidamente sobre el suelo de la bañera y derramo sin querer un poco de vino. Vuelvo a mirar el reloj, me levanto, rodeo mi cuerpo con la toalla y salgo corriendo del baño. Todavía estoy a tiempo de salir a comprarme algo de ropa. Algo con lo que dejar a Dani sin palabras y que nuestro único vocabulario sean los besos.
Me visto con la ropa que llevaba puesta ayer, cojo el bolso y salgo corriendo de la habitación al igual que hizo Dani hace un rato. Bajo a recepción y pregunto si hay cerca alguna zona de tiendas. Por suerte, me dicen que está a unos cinco minutos andando; aunque yo tardaré un poco más porque seguramente me pierda como hago siempre que voy a algún sitio nuevo para mí.
Comienzo a caminar rápido, intentando fijarme lo máximo posible en toda la grandeza de las calles que me rodean. Nunca imaginé que Toulouse fuera un lugar tan bonito y acogedor pero aquí estoy, haciendo fotos como una loca con el móvil a cada balcón, cada fachada, cada tiendecita.

A medida que me voy acercando a la zona de compras, voy escuchando el murmullo de la gente. Las calles están mucho más transitadas y ya sólo tengo que seguir a alguien para llegar a esa calle central que me dijo el recepcionista. En cuanto la veo la reconozco, llena de tiendas y gente con bolsas en las manos. Lo curioso es que a pesar de ser una zona comercial, sigue teniendo ese encanto rural característico del resto de la ciudad y, finalmente, ha llegado el momento de fundir la tarjeta de crédito.

martes, 12 de noviembre de 2013

Capítulo 42. Le Grand Reveil.

-¡Mira! ¡Le Grand Reveil! ¿No es ese el hotel que nos dijo la chica? –Miro hacia donde Dani señala y veo un edificio pequeñito de tres plantas con la fachada decorada al estilo rural, como casi todo lo que hemos visto hasta ahora por Touluse, aunque no haya sido mucho. Justo arriba de la puerta principal hay un gran cartel precioso tallado en madera donde se puede leer “Le grand Reveil”.
-¡Sí! Creo que es ese ¿Entramos a preguntar? –Digo deseando descubrir cómo es por dentro ese edificio que ya me ha enamorado con su fachada.
-Claro, vamos a ver cómo es ¿No? –Me agarra de la cintura, me da un beso en la sien y comienza a caminar tirando de mí. Una vez atravesamos la puerta principal, nos quedamos boquiabiertos con el encanto de este lugar. No tiene una decoración excesiva, pero en cambio no le fala detalle y a pesar de ser un hotel de estilo rural, tiene todas las comodidades que cualquier persona podría desear.
-Dani, este sitio es precioso ¡Yo quiero dormir aquí contigo!
-Y yo contigo, mi amor. –Coloca su mano en mi barbilla y gira mi cabeza para darme un beso.
-¿Españoles? –Dice el recepcionista que parece haber escuchado nuestra conversación.
-Sí. –Contesta Dani sonriendo. Los dos nos acercamos al mostrador y posamos nuestras manos unidas sobre él. -¿Quedan habitaciones libres?
-Ahora mismo tenemos dos, pero he de advertirles que ambas dan al patio trasero y son un poco oscuras, aunque también por eso su precio es un poco inferior a las demás. –Dani me mira un poco decepcionado intentando averiguar qué pienso yo y si sigo queriendo quedarme aquí a pesar de las condiciones.
-¿Está seguro de que no hay otras? No sé, alguna que vaya a quedar libre esta tarde, por ejemplo. No nos importa esperar un poco.
-Puedo ofrecerles la suit, pero les adelanto que el precio es bastante elevado.
-No nos importa. Queremos la suit ¿No? –Dice apretando con fuerza mi mano mientras me mira y sonríe.
-¡Queremos la suit! Contesto riéndome.
Minutos más tarde, estamos atravesando un pequeño pasillo en la última planta que separa las dos únicas suits de todo el hotel.
-Entonces… ¿Te gusta de verdad? – Dice Dani mientras me abraza por la espalda y me da un beso en el cuello. Yo acaricio sus brazos y giro la cabeza para mirarle mientras seguimos andando.
-Que sí, mi amor. –Le doy un beso. –Me encanta. –Llegamos a la puerta y Dani saca la tarjeta que se utiliza a modo de llave, la mete en la ranura y se enciende una lucecita verde. Gira el pomo y sin que me dé tiempo a reaccionar, me coge en brazos, empuja la puerta con su espalda y camina hacia dentro. Yo le doy un beso en la mejilla y él me vuelve a dejar en el suelo.
-¡Sin palabras! –Digo asombrada observando cada pequeño detalle que completa la perfecta decoración en tonos marrones y beiges.
-Eso pienso yo cada vez que me despierto contigo. –Me acerca a él colocando sus manos en mi cintura y los dos sonreímos. -¿No me vas a dar un beso?
-No –Contesto muy seria. Él me mira extrañado esperando mi explicación y yo no tardo en dársela. -¡Te voy a dar muchos más! –Me lanzo a sus labios empezando por darle muchos besos cortos, uno detrás de otro, que poco a poco se van convirtiendo en besos más pausados e intensos. Coloco mis manos en su pecho y lo hago caminar hacia atrás hasta que sus piernas chocan con la cama y se sienta. Yo aprovecho para quitarme la camiseta y él me besa en el vientre mientras intenta desabrocharme el botón del pantalón, pero yo le aparto las manos y le empujo hasta que queda totalmente tumbado para poder sentarme en su cadera. Le beso el cuello, la barbilla y le muerdo el labio mientras él recorre mi espalda con sus manos.
Me contoneo un poco para que sienta cómo me muevo encima de él al mismo tiempo que le doy pequeños mordiscos en el cuello. Le voy subiendo despacio la camiseta y rozo mis labios por las zonas que van quedando desnudas hasta que se la quito completamente y vuelvo a sus labios.
-Anna, me estás matando. –Sonrío al oírlo, pero no le contesto. Nos levantamos de la cama para quitamos los zapatos, pero Dani termina antes que yo y se coloca detrás de mí. Me aparta el pelo de la nuca y lo deja caer todo sobre mi hombro izquierdo mientras hace que se me erice la piel al besar mi cuello. Noto sus manos en mi pecho y cómo una de ellas va bajando hasta rozar el interior de mi pantalón. Yo le vuelvo a quitar las manos, me giro para ponerme frente a él y hago que sus pantalones caigan al suelo.  Me quito los míos, y busco su cuerpo con mis manos mientras devoramos nuestras bocas. Me agarro a su cuello y me cuelgo de él rodeando su cadera con mis piernas ya desnudas sin dejar de besarnos ni un momento. Caemos sobre la cama y me vuelvo a colocar encima de Dani, que me mira incrédulo sin saber a qué se debe este arrebato de pasión en el que soy yo quien toma el mando.
-Anna…
-Shhhhh –Digo tapando sus labios con los míos. Él sonríe y me besa. Desliza sus manos por mis hombros bajando lentamente los tirantes de mi sujetador hasta que yo me lo desabrocho y me deshago de él. Entonces Dani acaricia mis muslos y sube las manos hasta mi cadera, esta vez para volver a bajarlas dejándome totalmente desnuda. Hago lo mismo con sus bóxers y me coloco sobre su cadera mirándole a los ojos esperando su aprobación hasta que rápidamente se sienta y me besa, dejando nuestros cuerpos totalmente unidos.
Comienzo a moverme y veo cómo disfruta, cómo se muerde el labio mientras me mira. Me besa el cuello, me acaricia por todas partes como si no quisiera dejar ni un centímetro de mi cuerpo sin recorrer y así, con nuestras frentes unidas y nuestros labios casi rozándose, sostiene mi cara con sus manos y dice:

-Anna, cásate conmigo.

jueves, 7 de noviembre de 2013

Capítulo 41. Bienvenidos a...

-Señores pasajeros, ya estamos llegando a nuestro destino. Por favor, abróchense los cinturones para tomar tierra. Bienvenidos a Toulouse. –Dani y yo nos miramos con una sonrisa de oreja a oreja y dejamos de hacer caso al resto de cosas que va diciendo la megafonía.
-¡¡Toulouse!! –Digo aplaudiendo sin hacer mucho ruido.
-¡Nunca había estado en Jordania! –Le miro fingiendo cara de asco por no saber dónde está Toulouse -¡Tranquila! Sé que estamos en Francia jajajajaja ¿Te gusta?
-¡Me encanta! –Estoy tan nerviosa como una niña pequeña a la que le dicen que se va de vacaciones a Disneyland. No veo el momento de bajarme del avión y recorrer las calles de esta ciudad, conocer sus rinconcitos de la mano de Dani, contarle a todos que de un día para otro estoy a kilómetros de distancia de ellos y que soy más feliz que nunca. No soy capaz de estarme quieta en el asiento, pero como estamos aterrizando no me puedo levantar y la única forma de paliar mis nervios es siendo un poco pesada con Dani, aunque parece que incluso le gusta que esté así.
-Salut, Dani. J’aime être ici avec toi ¡Je t’aime! –Digo intentando recordar algo de francés de cuando estaba en el instituto, pero Dani se queda mirando hacia el lado con cara de tonto como sólo él sabe hacerlo y yo aprovecho para darle un beso sin que se lo espere. Él me corresponde y me aprieta contra él a pesar de tener el reposabrazos en medio.
-Voulez-vous coucher avec moi ce soir? –Me mira con esa sonrisa de medio lado que me vuelve loca.
-¡Mira como esa frase sí que te la sabes!
-Me la he estudiado para poder susurrártela al oído. –Dice acercándose lentamente a mí.
-Dame un beso.
-Dámelo tú. –Sonríe y me limito a hacerle caso recordando todas las veces que dijimos esas palabras mientras trabajábamos en Tonterías las justas y Otra movida. Coloco mi mano en su nuca para que no se separe de mí y noto cómo un escalofrío le recorre la espalda. Casi sin darnos cuenta, se ha hecho de día y ya hemos aterrizado. Nos bajamos del avión cogidos de la mano, increíblemente felices.
-Dani, esto es precioso.
-¡Pero si todavía estamos en el aeropuerto!
-¿Y no te parece bonito? –Digo sonriendo mientras me coloco delante suya y camino de espaldas manteniendo su ritmo.
-Claro que sí, mi niña. –Me abraza levantándome los pies del suelo y da una vuelta sobre sí mismo mientras me besa. –Me parece lo más bonito que he visto en mi vida. –Dice tras soltarme. –Pero sólo porque estás tú.
-¡Qué tonto eres! –Digo al mismo tiempo que me sonrojo. -¿Qué quieres que hagamos ahora?
-Nos vendría bien encontrar un sitio donde pasar la noche ¿No? Así luego podemos ir a dar un paseo tranquilos.
-O quedarnos en la habitación. –Digo sonriendo pícaramente.
-O quedarnos en la habitación. –Repite para luego darme un beso de los que sólo me da él, que me dejan sin ni siquiera saber dónde estoy hasta que pasan un par de segundos y me consigo recomponer. Salimos del aeropuerto un poco perdidos, sin saber muy bien a dónde ir, hasta que decidimos preguntarle a una joven rubia que parece ser simpática.
-Bonjour. –Digo intentando pronunciar lo mejor posible. –Vous parlez espagnol?
-Sí… Un poco. –Contesta un poco avergonzada por su acento. Dani y yo nos miramos y sonreímos satisfechos.
-¿Sabe de algún lugar por aquí para pasar la noche? –Pregunta Dani que ya se ve más cómodo desde que sabe que puede hablar en español.
-Un pas cher?
-Eeeeeeh… Contesta tú, Anna. –Dice cogiéndome de la cintura y colocándome en su sitio como si sólo se pudiera hablar desde ahí. La chica y yo nos reímos y Dani sonríe un poco avergonzado.
-Bueno… no hace falta que sea muy barato. Con que sea bonito nos basta. –Vuelvo a mirar a Dani sonriendo y es que desde que he llegado no hago otra cosa más que sonreír.
-Cojan este tranvía que viene justo por ahí y bájense tres paradas más adelante. Ahí cerca hay un hotel que se llama “Le grand reveil”. Preguntad por él aunque no sé si tendrá habitaciones libres porque es un poco… petit. –Dice colocando sus manos como si estuviera sosteniendo algo muy pequeño entre ellas.
-¡Muchas gracias! –Digo tirando de Dani para que nos dé tiempo a coger el tranvía que está ya parado esperando que la gente se suba.
-¡Merci! –Dice también Dani.
-¡De rien! –Contesta la chica diciéndonos adiós con la mano.
Conseguimos subirnos a tiempo al tranvía y nos quedamos emboados con su decoración, todo hecho de madera al estilo cásico, pero tan bien cuidado que parece prácticamente nuevo.
Nos sentamos en uno de los pocos asientos dobles que quedan vacíos y apoyo mi cabeza en el hombro de Dani mientras miramos por la ventana el encanto de las calles que poco a poco vamos dejando atrás.
-Estás realmente preciosa, Anna. –Dice Dani apartándome un mechón de pelo de la cara.
-¡Qué va! Debo tener unas ojeras increíbles… ¿Y has visto qué pelos llevo? –Contesto riéndome. –Parezco una loca.
-Una loca preciosa.
-Va, Dani, que me dices estas cosas y me pongo tonta. –Él se ríe y me da un beso.
-¿Sabes que la felicidad hace más guapas a las personas?. –Le devuelvo el beso sonriendo.
-Entonces ahora debo estar más guapa ¿No?
-Es imposible que estés más guapa. –Le vuelvo a besar.
-¿Y ahora?
-Imposible. –Un beso más.
-¿Y ahora? –Dani mueve la cabeza de un lado a otro diciéndome que no. –Bueno, no importa. Seguiré intentándolo durante todo el viaje.
Entre besos y carantoñas llegamos a la tercera parada y nos damos cuenta justo a tiempo para poder bajarnos.
-¡Por los pelos!
-¡Es que no me puedes distraer con esos labios tuyos que me vuelven loco, que luego nos perdemos y a ver qué hacemos!
-Mira, vamos a preguntarle a ese señor de allí.
-¿Te acuerdas del nombre del hotel?
-No muy bien…
-¿Entonces por qué no lo buscamos dando un paseo? Así conocemos un poco todo esto.

-Sabes que no te puedo decir que no a nada.

martes, 5 de noviembre de 2013

Capítulo 40. Aeropuerto

-¿Estás seguro?
-Si estuviera seguro no sería una locura. –Sonreímos apoyándonos en la boca del otro, le cojo del brazo y salgo corriendo hacia el coche.
-¡Anna! ¡Que me voy a caer! –Dice mientras tiro de él.
-¡Venga! ¿O es que quieres que perdamos el avión?
-¡Pero si todavía no hemos comprado ni los billetes!
-¡Por eso! Cuanto antes lo hagamos, antes llegaremos. –Digo mientras entramos en el coche y cerramos la puerta casi a la vez. Arranco el motor y comienzo a conducir hasta el aeropuerto. Una vez allí, andamos casi a ciegas mientras nos tapamos los ojos mutuamente para no ver ninguna pantalla y así no podamos saber el destino, hasta que por fin llegamos al mostrador y esperamos nuestro turno en la cola.
-¡Qué nervios, Dani! ¿Te imaginas que llegamos a un sitio donde haga mucho frío y no tengamos ninguna ropa de abrigo?
-Bueno, para eso estoy yo aquí, para darte calor. –Dice mientras me abraza por detrás.
-¿Y si vamos a algún sitio donde haga mucho calor? ¡No tenemos ni crema solar!
-Si hace mucho calor ya me encargaré yo de quitarte la ropa para que estés más fresquita. –Dice susurrándome al oído. Yo sonrío y le beso hasta que la recepcionista nos interrumpe.
-¡Siguiente! –Dani y yo nos acercamos al mostrador sonrojados y con risa nerviosa.
-¿Tiene hueco para dos en el próximo avión que salga? –Dice mirándome a mí en lugar de mirar a la recepcionista mientras sonríe.
-¿Qué destino?
-Nos da igual. El que llegue antes. –La chica nos mira extrañados y yo me escondo tras el brazo de Dani para que no me vea sonrojarme más aún.
-A ver, tengo hueco para…
-¡NO! ¡No nos lo diga! –La recepcionista no entiende nada y está deseando que nos vayamos para poder seguir atendiendo a gente normal. Dani en cambio se lo está pasando estupendamente con la situación. –Sólo díganos cuánto cuestan los billetes y dónde tenemos que coger el avión.
-Está bien… Les pondré en este vuelo. –Dice mientras teclea en el ordenador.
-Que sea un sitio bonito, por favor. –Digo asomándome desde detrás de Dani.
-Supongo que este les gustará. –Dani me coge la mano y la aprieta con fuerza.
-¡Nos vamos de viaje, mi niña! –Dice ya con los billetes colocados en el mostrador.
-Tienen que cogerlo en la puerta C-4. La encontrarán por ahí a la derecha. –Señala con la vista mientras ultima los últimos papeles. –Ya está todo listo. Dense prisa porque deben facturar en 15 minutos.
-¡Corre Annita! –Dani me coge de la cintura y me levanta del suelo colocando mi estómago sobre su hombro y sale corriendo hacia donde nos ha dicho la recepcionista.
-¡Aaaaah! ¡¡Daniiiii!! ¡¡¡¡AAAAAAHHH!!!! –Grito por todo el aeropuerto mientras me agarro a su camiseta intentando no caerme. La gente nos mira y sonríe; no sé si por el hecho del espectáculo que estamos dando o porque saben quiénes somos; y para colmo, al ser por la noche somos Dani y yo los únicos que rompemos el silencio que se respira allí. Yo grito, Dani se ríe y así llegamos por fin a la puerta C-4, donde la gente ya ha empezado a embarcar. Me suelta en el suelo y esperamos nuestro turno entre besos y carantoñas.
-¿Sabes qué es lo bueno de esto? –No se separa de mí ni un momento y eso me encanta.
-¿Qué? –Le doy un beso intrigada por saber cuál será su respuesta.
-Que no nos pueden perder la maleta porque no tenemos. –Los dos nos reímos, seguramente por lo nerviosos que estamos, por saber dónde estaremos cuando bajemos del avión, porque ni siquiera tenemos reservado un lugar para pasar la noche, porque no hemos avisado a nadie de que no nos verán el pelo en unos días. Pero sobre todo, ansiosos por estar de nuevo a solas, sin importar en qué lugar del mundo porque lo único que queremos es seguir amándonos como hasta ahora.
-¡Dani! ¡Que ya nos toca! –Digo apretándole la mano con fuerza  cuando ya sólo tenemos a un señor delante nuestra en la cola.
-Voy a coger las maletas, no nos vayan a olvidar. –Yo le miro extrañada hasta que veo que se agacha con los brazos un poco separados del cuerpo y agarra las asas de dos maletas que no existen. Se pone erguido de nuevo y finge estar haciendo un esfuerzo sobrehumano. –Anna, cariño… ¿Qué has metido aquí? ¿¿Piedras??
-Sólo lo imprescindible, mi amor. –Le doy un pico y sonrío. La gente nos mira sin saber qué estamos haciendo y cuchichean unos con otros; pero yo me lo estoy pasando como una niña pequeña y no me puedo parar de reír.
Cuando llega nuestro turno, Dani sigue fingiendo que va cargado de maletas y así hace todo el recorrido hasta que llegamos al avión.
-Las damas primero. –Dice ofreciéndome a mí el sitio de la ventana. Nos sentamos y nos colocamos bien el cinturón. -¿Dispuesta a recorrer el cielo?
-Contigo estoy dispuesta a todo ¿Y tú? ¿Tienes miedo? –Digo intentando picarle.
-Ay Simon, Simon… Ya te he dicho que desde que te tengo a mi lado toco el cielo cada día. Esto para mí es un día normal. -Alza la barbilla para parecer más convincente.
-Ya… Que tú te vas cada noche con una chica a hacer sin saber a dónde ¿No?
-Lo siento, pero no quiero desvelar mis técnicas de seducción. –Sé que está de broma, pero una pequeña parte de mí no puede evitar pensar que está diciendo la verdad.
-Dani… -Digo ya más seria. -¿Soy la primera chica con la que haces esto?

-La primera y la última. –Y justo entonces, el avión comienza a despegar.

lunes, 4 de noviembre de 2013

Capítulo 39. Una locura.

Me suelta y se tumba a mi lado bocarriba satisfecho por su victoria. -Soy todo oídos, Simon. –Dice mientras coloca las manos detrás de su cabeza para estar más cómodo. Yo suspiro y comienzo a hablar a pesar de no sentirme nada orgullosa de lo que voy a contar.
-Pues… verás, es que…
-Vamos, Annita, que no es para tanto. –Me acaricia el brazo mientras sonríe. -¿Tan malo es que te enamoraras de mí antes que yo?
-No, Dani. Es que no me enamoré.
-Pues dime entonces qué fue.
-A ver cómo te lo explico… Tú sabes que yo siempre he tenido las cosas muy claras en lo que a mi pareja se refiere ¿No? Pues cuando empezó TLJ, yo todavía estaba con Miki y te juro que le quería muchísimo, pero supongo que el paso del tiempo hizo que empezara a verte de otra forma y…
-No pudiste resistirte a mis encantos.
-¡Dani! ¿Me vas a dejar que te lo cuente o no? –Digo un poco molesta. Parece que no es consciente de lo difícil que se me hace hablarle de esto y se lo toma todo a broma.
-Sí, cariño. Lo siento. –Se acerca a mí y me da un beso en la sien.
-Pues eso, que… a veces me quedaba mirándote sin saber bien el motivo, pero era sólo atracción física. Como ya te he dicho antes, yo estaba enamorada de Miki y en mi corazón no cabía nadie más.
-¿Y por eso te sientes tan culpable? Anna, es normal que de vez en cuando miremos a otras personas. Que estemos enamorados no significa que estemos ciegos. –Dice justo después de empezar a acariciarme el pelo.
-Ya, pero eso fue en Tontetías las justas. Cuando terminó el programa y llegó el verano, Miki y yo no parábamos de pelearnos… Quizás nos habíamos acostumbrado a ser pareja sólo los fines de semana y no sabíamos estar juntos más de dos días. Luego empezó Otra Movida y los dos teníamos la esperanza de que todo volviera a ser como antes, pero no ocurrió. Arrastrábamos las malas sensaciones desde el verano y cuando me dijeron que íbamos a ir a Castellón, se enfadó porque le dije que no podía venir. Sinceramente, no me apetecía tener que estar pasándolo mal discutiendo con él en lugar de estar riéndome todo el rato con vosotros. En fin, que días antes tuvimos una bronca de las grandes; ni siquiera me llamó para desearme un buen viaje ni nada y cuando llegamos a Castellón yo…
-¿Tú qué?
-Pues que tú estabas ahí y…
-¿Y  qué? –Dice sonriendo. Ya se imagina el resto de la historia, pero está claro que quiere escucharla.
-¡Pues eso, Dani! ¡Que en por un momento pensé que tu y yo podíamos… Ya sabes!
-Ya sabía yo que me mirabas con ojitos seductores.
-Dani, no estoy de broma. Estuve a punto de intentar engañar a Miki y ni siquiera se lo llegué a contar.
-Anna, cariño. –Me acaricia la cara. –No tienes que preocuparte por eso. Todos cometemos fallos alguna vez, pero eso no significa que tengas que estar atormentándote todo el rato. Aquello pasó hace ya mucho tiempo y, si te soy sincero, yo ni siquiera lo llamaría “fallo” porque en Castellón no pasó nada entre tú y yo ¿A que no?
-No, pero…
-Anna. –Me interrumpe. –Esto que tenemos estaba destinado a ocurrir. Antes o después era algo que iba a pasar y no se sabe por qué los únicos que no lo veíamos éramos nosotros mismos. Aún así, parece que tú te diste cuenta de algo hace un par de años, pero ese no era nuestro momento y sin tú saberlo dejaste ese sentimiento apartado hasta ahora. No es un delito enamorarse del hombre de tu vida ¿Por qué lo iba a ser el hecho de querer tener más que palabras con él?
-Jajajaja ¿Así que ahora eres el hombre de mi vida? –Digo sonriendo. Él se acerca a mí y posa sus labios sobre los míos.
-Siempre lo he sido. –Le beso mientras le agarro la cara con las dos manos para que no pueda escapar.
-Te quiero, Dani. –Se coloca sobre mí y mientras nos seguimos besando. Coloca su mano en mi muslo y lo acaricia despacio. Desliza su boca hasta mi cuello para deleitarse con mis tres lunares y yo me agarro a su pelo para poder contener el aliento. –Dani, creo que deberíamos irnos ya a casa.
-No… vamos a quedarnos un poquito más. –Dice mientras me da pequeños mordiscos en el cuello y la oreja.
-Mi amor. –Le levanto la cabeza y la coloco justo en frente de la mía para poder mirarle a los ojos. –Aquí no. –Sonrío y le doy un pico.
-Está bien… -Dice mientras se pone de pie y estira su brazo para ayudarme a levantarme. Me coloco frente a él y rodeo su cuello con mis manos. Él hace lo mismo con mi cintura y dejamos nuestras bocas al borde de los labios del otro.
-Ha sido una noche maravillosa, Dani.
-¿Eso significa que ya ha acabado?
-No sé… ¿Qué te gustaría hacer?
-Una locura.
-¿Cuál?

-Cojamos el próximo avión que salga del aeropuerto. Sin mirar el destino, sin maletas, sin decírselo a nadie.