-¡Chicos! ¿Habéis visto a Dani? –Todos responden que no, que
estará en el baño o pidiendo otra copa y continúan bailando. Yo hago lo mismo e
intento no darle importancia, pero pasa el tiempo y Dani sigue sin aparecer, de
modo que salgo en su busca.
Primero voy a la barra, pero allí no está, así que me asomo
al baño y no veo a nadie.
-¿Dani? –Digo en voz alta por si está dentro de unas cabinas.
No obtengo respuesta ¿Dónde se habrá metido? Vuelvo a atravesar la pista de
baile y me aseguro de que no está ahí. Empiezo a asustarme un poco… No creo que
le haya pasado nada, pero es muy raro que desaparezca así, de la noche a la
mañana, sin decir un simple “adiós”. Cojo el móvil para llamarle y asegurarme
al menos de que está bien, pero dentro de la discoteca no ha cobertura ¡Parece
que hoy nada me sale bien! No me queda más remedio que salir para poder
intentar contactar con él y cuando consigo deshacerme de la cola de gente que
hay en la entrada, vuelvo a marcar su número y le llamo.
Suena el primer tono, el segundo, el tercero, y así hasta que
escucho su voz grabada en el contestador. Nada, no da señales de vida. Yo
empiezo a agobiarme y cruzo la carretera para sentarme en el parque que hay
justo en frente y poder pensar cómo encontrarlo. Un coche me pita al pasar pero
no le hago ni caso, estoy demasiado preocupada como para decirle cuatro cosas.
Entro en el parque y justo cuando me voy a sentar, veo a
alguien tumbado bocabajo en el césped, a unos 20 metros de mí. Parece que es
él, pero no estoy segura.
-¿Dani? ¿Eres tú? –Me acerco con cuidado al ver que no se
mueve. Aunque no sea Dani, quizás necesite ayuda porque se encuentre mal; pero
cuando ya he andado unos cinco pasos, no me cabe duda de que es él. Esos
pantalones caídos enseñando los calzoncillos no pueden ser de otra persona.
Salgo corriendo hacia él preocupada y cuando llego junto a él
me coloco a su lado de rodillas mientras intento levantar su hombro para poder
verle la cara.
-¡Dani! ¿Estás bien? –Se da la vuelta sin decirme nada, sólo
me mira a los ojos con una cara de tristeza que me mata. Juraría que ha estado
llorando, pero no se lo voy a preguntar para no herir su orgullo.
-Dani, dime qué te pasa, por favor. –Digo con los ojos
empañados en lágrimas tras colocar mi mano sobre su cara y acariciarla. -¿Por
qué has venido aquí sin avisar a nadie?
-Quería estar solo –Contesta casi sin voz. Realmente está
roto de dolor y necesito saber el motivo para ayudarle.
-¿Ha pasado algo? ¿Tus padres están bien? ¿Y Nacho? –Estoy
desesperada por saber qué le pasa. Le agarro la mano para que sienta mi que le
apoyo y justo en nuestras manos unidas cae mi primera lágrima.
-No llores, Anna. –Dice sonriendo levemente, como si
estuviera intentando no preocuparme. –Están todos bien. –Y pasa su dedo pulgar
por mi mejilla intentando secarla.
-¿Entonces? ¿Te han pegado? ¿Te han echado algo en la copa? ¡Levántate
que nos vamos al hospital!
-Anna, tranquila, vuelve con los demás. –Esta vez sí sonríe
de verdad. Parece que al menos he conseguido que cambie un poco su estado de
ánimo. De todas formas, no pienso dejarle aquí solo, de modo que me tumbo junto
a él, apoyo mi cabeza en su pecho y le abrazo.
-Me voy a quedar aquí contigo hasta que decidas levantarte.
–Él me rodea con sus brazos para darme calor y nos quedamos así, sin decir nada
mientras miramos a la nada. Yo oigo el latir de su corazón, que va más rápido
de lo normal y mi cabeza se mueve al compás de su respiración. Me siento mal
por estar disfrutando tanto este momento, aunque por otro lado me mata que Dani
esté así y que no confíe en mí para decirme lo que le pasa. De repente, separa
de mi cintura su brazo derecho y lo pega flexionado a mi espalda para comenzar
a acariciarme el pelo. Me da un beso en la cabeza y me dice.
-Gracias Anna. Gracias por estar aquí conmigo. Por estar
siempre conmigo.
-Pase lo que pase, Dani, eso tenlo grabado a fuego porque no
te voy a fallar. –Apoyo mi codo sobre el césped y levanto la cabeza para
mirarle a la cara. Está sonriendo, lo cual me sorprende bastante. Hace nada
estaba hecho polvo y ahora sonríe y le brillan los ojos. Yo le devuelvo la
sonrisa, le doy un beso en la mejilla y me vuelvo a acurrucar sobre él, esta
vez más cerca de su cara y le aprieto contra mí para poder disfrutar su
esencia, disfrutar de él.
Creo que de momento no le voy a decir nada acerca de mis
sentimientos. Él no está pasando por su mejor momento y yo no quiero
complicarle más las cosas con mis tonterías. Quizás se lo cuente más adelante,
cuando ya todo haya pasado; o incluso puede que no se lo cuente nunca. Sería
muy egoísta por mi parte hacerle cargar con ese peso que es solo culpa mía ¿O a
caso es él culpable de ser tan increíblemente perfecto, de tratarme tan bien,
con tanto cariño como ningún otro hombre lo había hecho? Claro que no. Soy yo
la que tiene la culpa de haberme dejado enamorar como una tonta. De repente,
Dani me saca de mis pensamientos.
-Anna, lo siento mucho pero… -Le tiembla la voz. Parece que
está a punto de volver a llorar. –Creo que me he enamorado de ti.