Son las tres
de la mañana y nos despedimos con un poco de prisa porque estábamos
pasándonoslo tan bien que se me ha hecho súper tarde. Flo insiste en llevarme a
casa, pero yo le vuelvo a decir que no. Necesito sentir la lluvia sobre mi
cabeza.
La calle
está desierta, lo cual es bastante normal teniendo en cuenta que hace horas que
no pare de llover. Aún así, yo camino relajada alzando mi cara, dejando que el
agua cale por toda la ropa hasta llegar a mi cuerpo y sentir que me estoy
renovando. Levanto los brazos y coloco mis palmas hacia arriba como si así
pudiera coger la lluvia y dirigirla hacia mí. Giro sobre mí misma, salto sobre
los charcos, canto e improviso mi propia coreografía. Aprovecho que nadie me
mira y me comporto como una niña pequeña, sin problemas ni nada por lo que
preocuparse. Simplemente siendo feliz.
Atraso todo
lo que puedo el regreso a casa, pero finalmente llego a la calle Alcalá, donde
empiezo ya a caminar normal por si algún vecino está asomado o algún paparazzi
está intentando averiguar dónde he estado todo este tiempo. Avanzo ligera y con
paso firme como lo haría cualquier otra persona bajo la lluvia, pero veo algo
en el suelo que me obliga a frenar en seco ¿Qué hace aquí una foto mía? Me
agacho y la cojo. Por suerte el agua no la ha destrozado mucho y se puede leer
lo que pone:
“Se busca mi felicidad. La perdí hace
meses y sé que pasa mucho por aquí. Si alguien la encuentra, pónganse en
contacto conmigo a través de mi cuenta de Twitter: @danimartinezweb. Por favor,
es muy importante para mí”
A medida que
voy leyendo, me voy poniendo más nerviosa. Alzo la mirada y veo que todos los
coches aparcados tienen uno de estos papeles colocados en el parabrisas ¿Qué
quiere decir esto? ¿Dani ha estado aquí? ¿A qué viene esto después de tanto
tiempo? ¿Por qué ahora? Cada una de mis dudas se van convirtiendo en lágrimas
que caen por mis mejillas y me presionan en el pecho agitando mi respiración ¿Y
si no es Dani? ¿Y si es algún gracioso que sólo quiere hacer daño? Corro hacia
el coche que tengo más cerca y cojo la foto. Luego voy al siguiente y hago lo
mismo; y así coche por coche me voy deshaciendo de todos los folletos para que
nadie pueda verlos. No quiero que esta broma pesada pase a mayores, aunque en
mi interior sé que lo hago por la rabia que me ha producido volver a pensar en
él, en por qué no da señales de vida… En por qué se ha olvidado tan pronto de
mí que ya ni necesita ni saber cómo estoy.
Sigo
recorriendo la calle a toda prisa mientras los papeles se van deshaciendo en mi
mano a causa de la lluvia que no para de caer, hasta que un poco más al fondo,
en la oscuridad de la noche, veo de espaldas al que está colocando todos los
folletos y corro hacia él en busca de explicaciones. Cuando le alcanzo, coloco
mi mano en su hombro y hago que gire para que dé la cara.
-¿Se puede
saber qué estás haciendo con todo esto? –Cuando gira me quedo paralizada. Esto
no puede estar pasando. No puede ser él.
-Anna…
-Es muy
tarde. Me tengo que ir a casa. –Digo mientras me doy la vuelta y comienzo a
caminar intentando huir de allí.
-¡Anna! –Me
coge del brazo haciéndome parar.
-Dani, por
favor… -No puedo mirarle a la cara. No sé qué me pasa pero no puedo seguir aquí
delante de él.
-Necesito
hablar contigo. –Cuando me dice esto no puedo evitar soltar toda la rabia que
tenía acumulada.
-¿Que
necesitas hablar conmigo? ¿Después de meses sin una sola llamada, ni un
whatsapp ni nada, ahora necesitas hablar conmigo? ¡Vete a la mierda, Dani!
–Intento irme otra vez, pero me agarra el brazo un poco más fuerte. -¿Y a qué
viene el numerito de repartir folletos con mi foto?
-Quería que
supieras que te estaba buscando.
-¿Sabes cómo
lo habría sabido? Si me lo hubieras dicho directamente, pero no puedes estar
desaparecido durante meses y querer que ahora te escuche.
-Sé que no
lo he hecho bien, pero…
-No me
dejaste explicarme, Dani. –Digo interrumpiéndole. –Te fuiste sin decir nada,
sin despedirte de nadie.
-Necesitaba
hacerlo.
-Y yo te
necesitaba a ti ¿Es que no lo entiendes? Necesitaba al menos pedirte perdón por
lo egoísta que había sido contigo. He estado meses deseando saber dónde estabas
para poder decirte todo lo que tenía dentro y tú ni siquiera me contestabas a
mis llamadas.
-Pero ahora
estoy aquí y puedes decirme todo lo que quieras. –Dice mientras aprieta mis dos
manos con fuerza.
-Creo que
ahora eres tú quien debería dar explicaciones, Dani. Ni si quiera sé dónde has
estado todo este tiempo.
-En Toulouse.
-¿Cómo?
–Digo sin ser capaz de creer lo que me está diciendo.
-Después de
hablar contigo en casa de Flo estuve varios días hecho polvo por haberte
hablado así. Yo no quería que lo nuestro terminara, Anna, pero me sentía muy
dolido. Te habías estado comportando
como si yo no tuviera sentimientos y lo último que quería era volver a esa
misma situación, así que cogí mis maletas y compré un billete de tren para irme
a León y alejarme de ti; pero cuanto más me alejaba de Madrid, más destrozado
estaba. Lo único que se me ocurrió fue volver a Toulouse y vivir sin ti, pero
al menos con tu recuerdo.
-¿Entonces
has estado allí todo este tiempo? –Toulouse era el último sitio en el que
habría pensado que podría estar Dani.
-Bueno,
llegué aquí a Madrid hace cuatro días, pero hasta ahora no había tenido el
valor de pasar por esta calle.
-Son las
tres y media de la mañana… ¿A qué has venido?
-No lo sé…
No esperaba encontrarte aquí tan tarde y la verdad es que no sé muy bien lo que
quiero. Sólo sé que necesitaba saber de ti.
-¿Y ahora
qué?