jueves, 23 de enero de 2014

Capítulo 57. Se busca.

Son las tres de la mañana y nos despedimos con un poco de prisa porque estábamos pasándonoslo tan bien que se me ha hecho súper tarde. Flo insiste en llevarme a casa, pero yo le vuelvo a decir que no. Necesito sentir la lluvia sobre mi cabeza.
La calle está desierta, lo cual es bastante normal teniendo en cuenta que hace horas que no pare de llover. Aún así, yo camino relajada alzando mi cara, dejando que el agua cale por toda la ropa hasta llegar a mi cuerpo y sentir que me estoy renovando. Levanto los brazos y coloco mis palmas hacia arriba como si así pudiera coger la lluvia y dirigirla hacia mí. Giro sobre mí misma, salto sobre los charcos, canto e improviso mi propia coreografía. Aprovecho que nadie me mira y me comporto como una niña pequeña, sin problemas ni nada por lo que preocuparse. Simplemente siendo feliz.
Atraso todo lo que puedo el regreso a casa, pero finalmente llego a la calle Alcalá, donde empiezo ya a caminar normal por si algún vecino está asomado o algún paparazzi está intentando averiguar dónde he estado todo este tiempo. Avanzo ligera y con paso firme como lo haría cualquier otra persona bajo la lluvia, pero veo algo en el suelo que me obliga a frenar en seco ¿Qué hace aquí una foto mía? Me agacho y la cojo. Por suerte el agua no la ha destrozado mucho y se puede leer lo que pone:
“Se busca mi felicidad. La perdí hace meses y sé que pasa mucho por aquí. Si alguien la encuentra, pónganse en contacto conmigo a través de mi cuenta de Twitter: @danimartinezweb. Por favor, es muy importante para mí”
A medida que voy leyendo, me voy poniendo más nerviosa. Alzo la mirada y veo que todos los coches aparcados tienen uno de estos papeles colocados en el parabrisas ¿Qué quiere decir esto? ¿Dani ha estado aquí? ¿A qué viene esto después de tanto tiempo? ¿Por qué ahora? Cada una de mis dudas se van convirtiendo en lágrimas que caen por mis mejillas y me presionan en el pecho agitando mi respiración ¿Y si no es Dani? ¿Y si es algún gracioso que sólo quiere hacer daño? Corro hacia el coche que tengo más cerca y cojo la foto. Luego voy al siguiente y hago lo mismo; y así coche por coche me voy deshaciendo de todos los folletos para que nadie pueda verlos. No quiero que esta broma pesada pase a mayores, aunque en mi interior sé que lo hago por la rabia que me ha producido volver a pensar en él, en por qué no da señales de vida… En por qué se ha olvidado tan pronto de mí que ya ni necesita ni saber cómo estoy.
Sigo recorriendo la calle a toda prisa mientras los papeles se van deshaciendo en mi mano a causa de la lluvia que no para de caer, hasta que un poco más al fondo, en la oscuridad de la noche, veo de espaldas al que está colocando todos los folletos y corro hacia él en busca de explicaciones. Cuando le alcanzo, coloco mi mano en su hombro y hago que gire para que dé la cara.
-¿Se puede saber qué estás haciendo con todo esto? –Cuando gira me quedo paralizada. Esto no puede estar pasando. No puede ser él.
-Anna…
-Es muy tarde. Me tengo que ir a casa. –Digo mientras me doy la vuelta y comienzo a caminar intentando huir de allí.
-¡Anna! –Me coge del brazo haciéndome parar.
-Dani, por favor… -No puedo mirarle a la cara. No sé qué me pasa pero no puedo seguir aquí delante de él.
-Necesito hablar contigo. –Cuando me dice esto no puedo evitar soltar toda la rabia que tenía acumulada.
-¿Que necesitas hablar conmigo? ¿Después de meses sin una sola llamada, ni un whatsapp ni nada, ahora necesitas hablar conmigo? ¡Vete a la mierda, Dani! –Intento irme otra vez, pero me agarra el brazo un poco más fuerte. -¿Y a qué viene el numerito de repartir folletos con mi foto?
-Quería que supieras que te estaba buscando.
-¿Sabes cómo lo habría sabido? Si me lo hubieras dicho directamente, pero no puedes estar desaparecido durante meses y querer que ahora te escuche.
-Sé que no lo he hecho bien, pero…
-No me dejaste explicarme, Dani. –Digo interrumpiéndole. –Te fuiste sin decir nada, sin despedirte de nadie.
-Necesitaba hacerlo.
-Y yo te necesitaba a ti ¿Es que no lo entiendes? Necesitaba al menos pedirte perdón por lo egoísta que había sido contigo. He estado meses deseando saber dónde estabas para poder decirte todo lo que tenía dentro y tú ni siquiera me contestabas a mis llamadas.
-Pero ahora estoy aquí y puedes decirme todo lo que quieras. –Dice mientras aprieta mis dos manos con fuerza.
-Creo que ahora eres tú quien debería dar explicaciones, Dani. Ni si quiera sé dónde has estado todo este tiempo.
-En Toulouse.
-¿Cómo? –Digo sin ser capaz de creer lo que me está diciendo.
-Después de hablar contigo en casa de Flo estuve varios días hecho polvo por haberte hablado así. Yo no quería que lo nuestro terminara, Anna, pero me sentía muy dolido.  Te habías estado comportando como si yo no tuviera sentimientos y lo último que quería era volver a esa misma situación, así que cogí mis maletas y compré un billete de tren para irme a León y alejarme de ti; pero cuanto más me alejaba de Madrid, más destrozado estaba. Lo único que se me ocurrió fue volver a Toulouse y vivir sin ti, pero al menos con tu recuerdo.
-¿Entonces has estado allí todo este tiempo? –Toulouse era el último sitio en el que habría pensado que podría estar Dani.
-Bueno, llegué aquí a Madrid hace cuatro días, pero hasta ahora no había tenido el valor de pasar por esta calle.
-Son las tres y media de la mañana… ¿A qué has venido?
-No lo sé… No esperaba encontrarte aquí tan tarde y la verdad es que no sé muy bien lo que quiero. Sólo sé que necesitaba saber de ti.

-¿Y ahora qué?

martes, 21 de enero de 2014

Capítulo 56. Lluvia

Ya han pasado los meses. Ha pasado el 2013. Han pasado tantas cosas y no ha pasado nada al mismo tiempo. Sigo sin tener noticias de Dani. Nadie sabe nada de él, ni yo, ni el equipo, ni sus amigos, ni su familia… Por suerte llama a sus padres una vez a la semana para decir que está bien y Meri me whatsappea corriendo para contármelo. Les cuenta que necesita estar solo y que está aprendiendo mucho de sí mismo, pero nada más. Ni siquiera dice dónde está y por su casa hace tiempo que no pasa nadie.
Yo a veces doy un paseo hasta allí y me siento en el banco que hay justo en la acera de enfrente del portal intentando reunir el valor suficiente para quitarme la alianza que me regaló aquella noche en Toulouse y poder acabar así con todo esto, pero no soy capaz.
Los domingos por la noche veo Aída mientras sonrío como una tonta y poco a poco voy acostumbrándome a esto, como si echarle de menos fuera algo tan normal como respirar o comer.
Mi familia sabe que ya no estamos juntos, pero desde aquello no he vuelto a ir por Mollet. Me apetece mucho verles, pero me cuesta salir de casa y les pongo la excusa de que tengo mucho trabajo, aunque yo sé que algo sospechan. Incluso mi madre estuvo a punto de venir un fin de semana a Madrid… Por suerte conseguí convencerla de que no lo hiciera.
Ya no tuiteo porque cada vez que lo hago me preguntan por él y en El Hormiguero hay semanas que no salgo porque los días que me toca no tengo fuerzas ni para levantarme de la cama. Conseguí presentar las uvas porque Paula Vázquez me convenció y al menos esos días de preparación conseguí pensar menos en Dani. No sabe cuánto le agradezco que se presentara en mi casa y me convenciera para aceptar.
Flo me llama cada tarde para preguntarme cómo estoy, me hace reír y me invita a cenar a su casa, pero yo nunca acepto. Allí fue donde vi a Dani por última vez y no quiero volver a revivirlo todo, no podría soportarlo. O al menos hasta ahora porque esta tarde le he dicho a Flo que sí, que tengo ganas de verle. Ya hace mucho tiempo de todo eso y es hora de vuelva a hacer mi vida normal. Aunque no deje de pensar en él, aunque me duela cada vez que escuche su nombre, tengo que volver a relacionarme con la gente, salir, disfrutar de mis amigos, mi familia… Es hora de hacerle caso a Flo y recordar que la vida hay que vivirla porque sólo son two days y hoy quiero que me vea con la mejor de mis sonrisas.
Me pongo mis vaqueros claros, una camiseta de manga larga negra y encima el jersey de rayas blancas y azul marino. Me siento en la cama cojo las converses y me las pongo, aunque no puedo evitar acordarme de él una vez más al hacerlo.
Me maquillo un poco, lo justo para quitarme las ojeras y darle un poco de color a mi cara y me recojo el pelo en un moño alto para no tener que arreglármelo mucho.
Meto el móvil en el bolso, seguido de un paquete de pañuelos, las gafas de sol, la cartera, el tabaco, el mechero, el paraguas y las llaves y me dirijo a la entrada. Cojo del perchero la chaqueta que se dejó aquí Dani, me la pongo y me miro al espejo imaginándome que va a salir de casa conmigo. Todavía huele a él a pesar de que me la pongo cada vez que salgo a hacer cualquier recado o a trabajar, más que nada porque no salgo para otra cosa. Siempre que vuelvo de la calle la coloco otra vez en el mismo  asa en la que él la dejó y así es como si nunca se hubiera ido, o al menos eso es lo que a mí me gusta pensar.
Por un momento cojo las llaves del coche, pero luego decido que me apetece dar un paseo, respirar el aire de la calle sin prisas y plantearme qué puedo hacer para obligarme a salir de casa más a menudo, así que vuelvo a dejar las llaves en su sitio y salgo de casa confiando en que hoy, después de mucho tiempo, va a ser un buen día.
Cuando salgo del edificio veo cómo unas nubes grises tapan el poco sol que queda de este día, pero no me importa. Siempre me ha encantado ver llover, aunque me gusta hacerlo desde casa, tapada con una mantita y con un gran tazón de chocolate caliente que me ayude a no pasar frío. De cualquier forma, he sido precavida y traigo el paraguas en el bolso… Quizás necesito que llueva, que caiga agua del cielo para poder limpiar lo que queda de Dani en mi corazón. Quizás necesito correr con esa risa nerviosa que te entra cuando llueve y no tienes dónde refugiarte para poder así darme cuenta de que incluso un día gris puede hacerte reír. Quizás sea hoy el día en el que una simple lluvia lo cambie todo.
En más o menos media hora, llego a casa de Flo sin que una sola gota de agua mojara mi cara, pero no me importa. Sé que hoy tiene que llover sea como sea. Llamo al timbre y me pongo nerviosa esperando a que abra. Tengo tantas ganas de verle que no paro de llamar hasta que abre.
-¡Anna! ¡Ya pensé que no venías! –Dice bromeando. Yo me lanzo a él y le abrazó con todas mis fuerzas.
-¡Flo! ¡Te he echado de menos!
-Yo a ti también, Simonix. –Me abraza también y me da un beso en la mejilla. -Pasa, pasa. Estamos solos.
-Qué guapo te veo, Flo
-Siempre que pasas un tiempo sin verme me dices lo mismo. –Sonríe.
-Porque es la verdad. –Le pellizco las mejillas y me río. -¡Qué blandito eres, padre!
-Anna, me alegro de que por fin vuelvas a estar tan… así.
-¿Tan así cómo?
-Tan Anna Simon.
-Yo me alegro de haber podido contar contigo todo este tiempo. De verdad que no sabes cuánto te lo agradezco.
-No te preocupes, ya sabes que por mi niña, lo que sea. –Cierra la puerta y me dirige hacia el fondo de la casa colocando su mano en mi espalda. –Ven, que te enseño lo que llevo escrito hasta ahora para el libro ¿Tú cómo lo llevas?
-La verdad es que como todo este tiempo casi no he salido de casa le he podido dedicar bastante tiempo. Incluso tengo otro proyecto entre manos que no es del todo que salga bien, pero estoy muy ilusionada.
-¿Un proyecto? ¿Y eso? –Sonríe incrédulo
-No te lo puedo decir, que se gafa.
Pasamos la tarde recordando anécdotas y hablando de todo un poco. Reímos por todo y cuando llega la noche, pedimos comida china. Yo como siempre como con los palillos y Flo lo intenta intentando hacerse el interesante, pero no consigue llevarse nada a la boca, hasta que por fin decide usas cubiertos.
De repente, se escucha cómo fuera empiezan a caer algunas gotas, que poco a poco se van siendo cada vez más hasta desembocar en una tormenta de las de película.
-¿Has traído coche? –Pregunta Flo mientras moja el arroz en salsa agridulce.
-Vine andando.
-Entonces yo te acerco luego, que si no te vas a poner empapada.
-No, Flo.
-¿No?

-Me apetece caminar bajo la lluvia.

lunes, 13 de enero de 2014

Capítulo 55. Bienvenida de nuevo.

-Lo he estropeado todo, Flo. –Digo entre lágrimas sin dejar de abrazarle con fuerza como si él fuese lo único que me pudiera salvar de este momento tan horrible. –Lo tenía todo y no he sabido cuidarlo.
-Tranquilízate, Anna. –Él también me abraza con fuerza haciéndome sentir protegida. -¿Qué ha pasado?
-Dani. –Es lo único que consigo decir, pero Flo me entiende al instante y suspira. –Lo siento.
-No tienes la culpa, Anna. No es algo que pudieras controlar, era algo que todos sabíamos que pasaría algún día y ha pasado. Y por el motivo que sea, no ha salido bien.
-Yo lo he estropeado. –Digo otra vez. Flo me seca las lágrimas y me sonríe.
-¿Quieres contarme qué ha pasado? –Yo asiento con la cabeza y Flo coloca su mano en mi espalda para guiarme hasta el sillón donde estaba sentado Dani hace tan solo unos minutos. Me siento y él hace lo mismo en el sofá que hay justo al lado, coge la cerveza y me la ofrece. –Toma, ya me quedo yo con el ron cola que sé que no te gusta. –Yo tengo el estómago cerrado y un nudo en la garganta que no me deja casi ni respirar, pero quizás bebiendo algo consiga relajarme un poco.
-No sé por dónde empezar. –Digo intentando controlar la respiración inútilmente.
-Puedes empezar por el principio.
-Es que… no sé cómo hacerlo. No me salen las palabras, Flo… Mi mundo acaba de derrumbarse y ni siquiera tengo la oportunidad de volver a construirlo.
-Annita, entiendo que quieras mucho a Dani, pero no puedes haber construido todo tu mundo en unas semanas. No te aferres sólo a eso.
-Esto no viene de hace unas semanas… -Suspiro y por primera vez lo reconozco en voz alta. Me lo reconozco a mí misma. –Creo que llevo enamorada de Dani desde que le conocí. Lo que estaba viviendo ahora era la felicidad día a día, cualquier problema que tuviera se solucionaba pensando que Dani me llamaría, que vendría a verme… Incluso me gustaba ese juego que teníamos de mandarnos mensajes por las redes sociales sin dejar del todo claro que estábamos juntos.
-Todo eso es muy bonito, Anna, pero tienes que comprender que ya esa etapa ha pasado. Has disfrutado de él todo lo que has podido y ahora tienes que saber esperar todo lo bueno que te queda por venir.
-¿Y qué va a pasar con Dani ahora?
-Él también tendrá que superarlo, pero es lo mejor para todos, Anna.
-No es lo mejor, Flo. Yo necesito hablar con él aunque sea sólo una vez. Necesito decirle que le quiero.
-No lo hagas más difícil, Anna. –Veo en sus ojos que a él también le duele tener que decir esto, pero hace porque es lo correcto. –Dani también lo está pasando mal y necesita su espacio.
-¿Te lo ha contado?
-Yo me acabo de enterar de esto, pero no hace falta que me contéis nada. Os conozco y con sólo veros sé que estáis pasando por un mal momento.
-¿Y cómo le has visto a él? –Necesito que me diga algo, saber cómo está.
-Anna, esto no es bueno para ti.
-Por favor, Flo. Dime cómo está y no te vuelvo a preguntar más por él.
-Anna…
-Por favor.
-Ha llegado aquí intentando disimular y cuando le he preguntado por ti me ha dicho que estaba muy enamorado, pero no ha querido hablar más y ha cambiado de tema. Luego hemos estado hablando de nuestras cosas, pero estaba bastante ido, como si no estuviera prestando atención. Después has llegado tú y ya sabes el resto.
-Ojalá esto no hubiera sido así…
-Vamos, Anna. Deja de querer pasarlo mal.
-Yo no quiero pasarlo mal. –Digo sin entender por qué me dice eso.
-Entonces no te lamentes más y sigue adelante con tu vida. Me tienes a mí, tienes al resto del equipo, a tus padres… Vete a Mollet unos días y desconecta de todo. Diviértete con tus amigos y emborráchate un día si te apetece. Vive la vida y quédate con lo bueno, Anna. Esa es la filosofía de Tonterías las Justas.
-Tienes razón, padre. Muchas gracias. –Me levanto y le doy un abrazo. –Cuida también de Dani ¿Vale?
-Quédate tranquila que está en buenas manos.
-Bueno… supongo que esto se acabó…

-No se ha acabado Anna. Dani y tú siempre seréis buenos amigos. Sólo necesitáis tiempo para volver a lo de siempre. –Las palabras de Flo me tranquilizan un poco, pero aún así no es esto lo que yo quiero. No quiero que salgamos a tomar algo con el resto del equipo y cada vez que nos miremos recordemos lo que pudo ser y no fue. Y tampoco quiero fingir que estamos bien porque una vez que sé lo que es estar con Dani, todo lo demás me sabe a poco. De cualquier forma, no quiero preocupar más a Flo, de modo que me voy a mi casa con la promesa de que nos veremos pronto y en cuento llego me tumbo en el sofá, me tapo con la manta y enciendo la tele. Bienvenida de nuevo a la antigua Anna.

sábado, 11 de enero de 2014

Capítulo 54. No sabes cuánto

Me quito la poca mermelada que quedaba sobre mi cabeza, me seco y me visto lo más cómoda posible. Me recojo el pelo en una coleta alta y ni siquiera me maquillo, sólo quiero pedirle perdón. Pedirle perdón por haber sido tan egoísta y no darme cuenta de que él también lo estaba pasando mal, que no sólo a mí me importa lo que piense Flo y a pesar de eso ha intentado ser fuerte para que yo no me derrumbara.
Salgo de casa, cierro la puerta y meto las llaves en el bolso. Justo antes de salir del portal me pongo las gafas de sol por si a algún paparazzi se le ocurre hacer un reportaje sobre lo hinchados que están mis ojos y camino hasta mi coche sin apartar la vista de las ruedas. No me interesa lo que pase a mi alrededor, ahora sólo quiero llegar a casa de Dani lo antes posible. Cuando estoy ya dentro sentada, dejo el bolso en el asiento del copiloto y arranco. A medida que voy recorriendo kilómetros, acelero un poco más para acabar con esta agonía de no saber cómo reaccionará Dani cuando le admita que he sido una completa estúpida.
Por fin llego a su casa y aparco casi en la acera, pero es que no puedo perder tiempo buscando un hueco libre. El portero me reconoce en cuanto me ve y me deja pasar, pero cuando estoy frente a la puerta de Dani ya no es todo tan fácil. Llamo al timbre una y otra vez, pero nadie responde al otro lado de la puerta. Cada vez pulso más rápido y aunque ya sé que no me va a abrir, no puedo parar de llamar descargando así mi rabia. No estoy enfadada con él, sino conmigo. He tenido que esperar a que esto pasara para darme cuenta de que Dani también se merece su tiempo para desahogarse, que para él todo esto es tan difícil como lo es para mí.
Finalmente desisto y dejo de llamar, pero me quedo unos segundos apoyando la frente en la puerta hasta que me calmo y mis lágrimas dejan de caer o al menos no lo hacen con tanta fuerza. Me vuelvo a colocar las gafas y bajo por las escaleras. Me despido del portero con un simple movimiento de cabeza ya que no me salen las palabras y me vuelvo a montar en el coche. No sé a dónde voy, no sé qué va a pasar con Dani, no sé qué voy a hacer con mi vida a partir de ahora. Simplemente conduzco por Madrid sin parar de llorar hasta que me doy cuenta de que estoy yendo a casa de Flo. Quizás sea por eso que decimos siempre de que somos padre e hija pero el hecho de pensar que me va a dar un abrazo de los suyos me reconforta y hace que me tranquilice un poco.
Aparco, salgo del coche y me vuelvo a poner las gafas. Empiezo caminando despacio intentando mantener mi respiración a un ritmo pausado, pero a medida que voy dando pasos me doy cuenta de que cada vez voy más rápido y que necesito a Flo cuanto antes.
Llamo al timbre un par de veces y segundos más tarde la puerta se abre.
-¡Hola Annita! ¡No me dijo Dani que venías! –Me da dos besos y se echa a un lado para dejarme pasar ¿Por qué tendría Dani que decirle nada? –Pasa, pasa. Estamos en la salita hablando de nuestras cosas. -¿Qué? ¿Estamos? ¿Quiénes? Mis dudas se resuelven en cuanto entro en la habitación y le veo sentado mirando al suelo.
-Hola. –Digo tan bajito que casi dudo de si se ha enterado o no. Me mira y alza un poco la cabeza a modo de saludo. Flo se para detrás de mí y coloca sus manos en mis hombros.
-Bueno, parejita, tenemos una conversación pendiente ¿No? Voy a por unas cervezas y ahora vuelvo.
-Yo no quiero nada, Flo, gracias. –Contesto todavía casi sin voz.
-Yo prefiero ron con Cocacola ¿Tienes?
-¿A estas horas? –Contesta Flo tan asombrado como yo.
-A veces el alcohol es lo que menos daño te hace. –Dice mirándome con sus ojos cargados de ira.
-Ya viene Dani filosófico. –Dice Flo mientras desaparece por el pasillo creyéndose que está de broma.
-Dani ¿Podemos hablar un momento?
-¿De qué?
-De lo nuestro.
-¿De lo nuestro cuando? ¿Cuándo somos novios, cuando no lo somos? ¿En qué punto decide ahora la señorita que quiere estar?
-Dani, no seas así, por favor.
-No tengo nada que hablar contigo, Anna. Ya hemos destrozado la amistad que teníamos y no quiero romper el buen rollo que hay en todo el equipo, así que cada uno por su lado y aquí no ha pasado nada.
-No puedo fingir que no te quiero, Dani. –Digo mientras camino hacia él y me siento en el reposabrazos del sillón donde está sentado, pero en cuanto ve que me estoy sentando se levanta tan rápido que parece que no quisiera ni rozarme. –Dani, por favor.
-Se acabó, Anna. Entiéndelo y no te arrastres más ¿A qué has venido?
-No lo sé. Fui a tu casa y como no me abrías empecé a conducir hasta que acabé aquí.
-Está bien ¿Te vas tú o me voy yo?
-Dani, por favor. Dame solo cinco minutos aunque sea y aclaremos todo esto. –Me levanto y me vuelvo a acercar a él con la esperanza de que esta vez esté algo más receptivo, pero se aparta de nuevo y lo hace mirándome a los ojos a sabiendas de que me hace daño. –Déjame al menos pedirte perdón.
-No quiero que me pidas perdón ni quiero que me digas nada, Anna. No estoy enfadado contigo si es eso lo que te preocupa. Lo hemos intentado y no hemos sabido cómo hacerlo… Ahora déjame al menos que me acostumbre a estar sin ti y quizás luego podamos volver a ser amigos. Necesito que me des tiempo, por favor. –Oírle decir eso hace que el corazón me duela mucho más, que todo me dé vueltas y no puedo hacer más que quedarme en silencio suplicando que todo esto sea sólo un mal sueño.
-¡Ya llega aquí el camarero! –Dice Flo entrando por la puerta con una cerveza en la mano y un ron con Cocacola en la otra.
-Lo siento, Flo, pero me acaba de llamar Chuspy y me tengo que ir ya ¡Nos queda pendiente una tarde de charla, eh!
-¿Ya? ¿Ha pasado algo?
-No, no te preocupes. Cosas del espectáculo.
-Bueno, espero verte pronto, Martínez.
-¡Eso dalo por hecho! –Mientras tanto, yo me limito a observar cómo Dani se despide de Flo como si esta conversación que acabamos de tener nunca hubiera llegado a pasar y en cuanto oigo que se cierra la puerta que da a la calle, me invade una sensación de soledad que nunca antes había experimentado. A pesar de tener a Flo a mi lado, de estar hablándome, yo no le escucho. Para mí ya no hay nada a mi alrededor más que oscuridad y desolación.
-¿Anna? ¿Estás bien? –Se acerca a mí apoya su mano en mi hombro.
-Sí, creo que sí.
-¿Quieres contarme algo?
-No, tranquilo ¿Qué me estabas diciendo que no me he enterado?
-Decía que no teníais que haberos cortado tanto porque yo estuviera delante, Anna. Que yo no estoy en contra de lo vuestro siempre y cuando sepáis llevarlo. No quiero que vuestros problemas afecten al equipo y mucho menos que os hagáis daño el uno al otro. Me entiendes ¿No?
-No sabes cuánto. –Y sin ni siquiera saber qué me pasa, Flo me da un abrazo que me hace romper a llorar de nuevo.

-Sea lo que sea, seguro que tiene arreglo, Anna.

jueves, 9 de enero de 2014

Capítulo 53. Lo único

Me despierto un poco incómoda en el sofá, pero enseguida sonrío cuando abro los ojos y veo la cara de Dani pegada a la mía. Me levanto despacio para no despertarle y paso por encima de él con cuidado para agacharme un poco y darle un beso suave en los labios. No sé cómo he podido estar tanto tiempo sin sentir su boca en la mía.
Camino de puntillas hasta la cocina para no hacer ruido y preparo un desayuno con tostadas, zumo de naranja y café. Lo pongo todo en una bandeja y lo llevo al salón, pero veo que Dani todavía sigue dormido, así que me siento en el suelo frente a él y le observo durante algunos segundos intentando poner mis ideas en orden. No puedo aguantar más tiempo sin escuchar un “buenos días” desde sus labios, de modo que meto el dedo en el bote de mermelada y lo acerco a su nariz para que se despierte con el olor, pero no consigo nada. Pruebo acercándole el bote entero, pero sigue sin despertarse y finalmente le paso el dedo lleno de mermelada por la comisura de la boca. Sonríe un poco y se relame aún dormido ¿Es que no hay nada en este mundo capaz de despertar a Dani?
Miro a mi alrededor intentando encontrar algo que pueda traerle de nuevo al mundo de los vivos, pero al final me decanto por algo que no puede fallar. Me unto los labios con mermelada y los acerco despacio a su nariz para que pueda olerla. Luego bajo hasta tus labios y le beso manchándole la boca hasta que saca su lengua de nuevo para limpiarse y yo aprovecho para volver a besarle. Me separo de él y sonríe.
-¿Y esta forma de despertarme? A ver si me voy a acostumbrar y vas a tener que hacerlo todos los días. –Alarga su mano hasta mi nuca y me acerca a él para besarme.
-¿Y eso de no darme los buenos días? A ver si voy a dejar de despertarte así. –Digo fingiendo estar enfadada para que me mime un poco más. Me giro sobre mí misma dándole la espalda y cruzo los brazos.
-Buenos días, princesa. –Contesta apartándome el pelo hacia un lado para darme un beso en el cuello.
-No, ahora ya no vale. Tenía que salir de ti.
-¿Y si te digo que te quiero?
-Así me ablandas un poco, pero sigo enfadada. –Casi no consigo aguantar la sonrisa que se dibuja en mi cara, pero por suerte estoy de espaldas a él y no me puede ver.
-Y… ¿Si te digo que quiero más mermelada?
-Pues te la sirves tú mismo.
-Está bien. –Me quita el bote de las manos, mete el dedo y se lanza hacia mí para untármelo por los labios, pero yo me doy cuenta y le agarro el brazo antes de que le dé tiempo a hacerlo.
-¡¡Aaaaaah!! ¡Dani! –Echo la cabeza hacia atrás intentando escapar de su mano manchada de mermelada, pero él aprovecha para tumbarme en el suelo y colocarse encima de mí.
-Me has dicho que me sirva y eso hago. –Dice riéndose mientras yo muevo la cabeza de un lado a otro para que no me pueda tocar los labios hasta que finalmente desiste y me acaba manchando toda la cara volcando el bote sobre mi cabeza.
-¡Idiota! ¿Y ahora qué? ¿Me vas a rechupetear entera?
-Sería una buena opción, pero creo que acabarás antes si te metes en la ducha.
-De todas formas no iba a dejar que me chuparas. –Digo intentando ganar esta batalla.
-Jajajajajajaja. Cuéntamelo mañana, Simon. –Contesta riéndose de forma exagerada. Yo me pongo de pie y me recoloco bien la ropa.
–No juegues con fuego, que te puedes quemar. –Me agacho para darle un beso y antes de levantarme le susurro al oído. -¿Te vienes a la ducha? –Me encanta picarle, pero más me encanta comerle a besos.
-Anna… ¿Qué estamos haciendo? –Veo cómo cambia su rostro para ponerse serio al instante.
-¿Qué? No te entiendo, Dani.
-No. Quien no te entiende soy yo. –Se pone de pie para estar a la misma altura que yo. –Un día me dices que no sabes qué va a pasar con nosotros, luego me dices que me quede en tu casa y me pides que me comporte como cuando sólo éramos amigos y al día siguiente me despiertas entre besos y me dices que me duche contigo ¿Tienes ya claro lo que vas a hacer? Porque yo soy capaz de esperarte todo el tiempo que haga falta, pero creo que no me merezco esto de poder besarte sólo cuando a ti te apetezca.
-Estoy haciendo lo que me dice mi corazón. –Digo conteniendo las lágrimas.
-¿Y es eso lo que vas a hacer siempre o de aquí a unas horas no vas a ser capaz ni de mirarme a los ojos como hiciste en Toulouse?
-Dani… Eso me ha dolido.
-No creo que estés en la mejor posición como para hablar de quién hace daño a quién. –No me puedo creer lo que oigo. Siento como si se me helara todo el cuerpo, como si llevara días sin vivir y por mucho que intente respirar, mis pulmones y mi corazón están ya muertos.
-Me… Me voy a la ducha. –Digo prácticamente sin voz. Necesito irme de ahí como sea y esa es la única forma. No sé ni cómo consigo llegar al baño con lo que me tiembla las piernas, pero cuando lo hago abro el grifo y me siento debajo rodeando mis piernas con las manos sin ni siquiera desnudarme. Mis lágrimas se camuflan con el agua que desciende desde mi cabeza y así consigo sacar la angustia que me han provocado las palabras de Dani ¿Cómo ha podido decirme eso? Parece que quiera hacerme daño pero no puede ser así. Dani me quiere. Me quiere muchísimo y me lo ha demostrado más que de sobra. En cambio yo… quizás no se lo haya demostrado como a él le gustaría. Se lo he dicho muchas veces, pero al fin y al cabo, las palabras se las lleva el viento y son los actos los que permanecen. En cambio él ha estado siempre a mi lado respetando mis tiempos y soportando mis dudas.
Salgo rápidamente de la ducha sin ni siquiera cerrar el grifo y voy corriendo al salón en busca de Dani, pero no está.

-¿Dani? –Digo en voz alta mientras camino a la cocina donde descubro que tampoco está allí. -¡Dani! –Cada vez las lágrimas caen con más fuerza y ya me cuesta hasta tragar saliva. Recorro toda la casa, pero no hay rastro de él en toda la casa, sólo su chaqueta. Lo único que me queda de él.

domingo, 5 de enero de 2014

Capítulo 52. Youtube

-¿Qué? –Dice mientras se gira hacia mí
-Que no puedo seguir echándote de menos ni un segundo más. – Camino hacia él y rodeo su cuello con mis brazos para luego hundir mi cabeza en su pecho. Dani se asombra de mi reacción, pero me abraza también con fuerza y me besa en la sien.
-Si me lo pides así no me puedo negar –Contesta bromeando.
-Lo siento, Dani. Siento estar así pero es que es todo tan complicado…
-Anna –Sostiene mi cara con sus dos manos obligándome a mirarle a los ojos. –Tranquilízate. Yo también he tenido mis dudas con todo esto.
-Ya pero…
-Shhhhh. –Me interrumpe. – Te voy a esperar el tiempo que haga falta. –Sonríe para que no me preocupe.
-Gracias. –Me besa en la mejilla y se sienta en el sofá cambiando de tema.
-Bueno… ¿Qué quieres que hagamos? ¿Te leo un cuento para que puedas dormir? –Dice de nuevo en broma.
-No quiero dormir, Dani. Quiero estar contigo como cuando éramos amigos. Sin tener que preocuparnos por nada ni nadie.
-Está bien… ¿Qué tal si vemos una peli? Pero que no sea de miedo, que te conozco. –Dice fingiendo estar serio.
-¡Se me ha ocurrido algo mejor! –Digo sonriendo mientras doy pequeñas palmadas.
-Simon, que ese tipo de cosas no la hacen los amigos. –Contesta intentando picarme.
-No, bobo. No digo eso. –Me ruborizo un poco pensando que en realidad me muero de ganas por hacer el amor con él. –Tú quédate ahí sentado y espera, que te va a encantar. –Voy a mi habitación y cojo el portátil. Lo enciendo y lo llevo al salón para conectarlo a la tele.
-¿Qué vamos a ver?
-Es una sorpresa. –Me muero de ganas por ver la cara que pondrá Dani cuando lo vea. –Voy a ir haciendo palomitas ¿Quieres beber algo?
-Tráeme una cerveza. –Voy a la cocina y mientras se hacen las palomitas llevo las bebidas y los vasos hasta la mesa del salón.
-¿Quieres ponerte más cómodo? Creo que tengo por algún cajón del armario un pijama que se dejó aquí Lucho.
-Preferiría no tener que ponérmelo…
-Tienes razón. Lo siento.
-No pasa nada. Venga, ve tú poniendo lo que sea que vayamos a ver mientras yo traigo las palomitas, que ya huelen desde aquí. –Dice mientras se levanta del sofá. Me acerco al portátil y aprovecho que Dani no está para poder buscar el vídeo sin que él lo vea y así la sorpresa sea mayor. Apago la pantalla de la tele con el mando a distancia para que no lo vea al llegar, me siento en el sofá y me tapo con la manta.
-¡Me aburrooo! –Digo fuerte para que lo oiga.
-¡Ya voy! ¡Ya voy! –Me río al escucharle tan agobiado cuando sólo tiene que sacar unas palomitas del microondas hasta que por fin aparece por la puerta con el bol hasta arriba en las manos.
-Mmmmmm ¡Qué bien huelen!
-Hazme un hueco, anda. –Me echo a un lado y se sienta pegado a mí. -¿Todavía no has puesto lo que vamos a ver? Ay Simon, Simon… Sin mí estás perdida.
-Calla, tonto. Enciendo de nuevo la tele con el mando a distancia y en cuanto se ve la imagen Dani se queda boquiabierto.
-¿En serio? ¡Pero si ese vídeo ya lo han quitado de Youtube!
-Yo fui lista y me lo descargué hace tiempo ¿Ahora quién es el que necesita a quién, Martínez? –Digo dándole con el codo en el brazo.
-Yo siempre te he necesitado, Anna. –Me quedo callada sin saber muy bien cómo reaccionar, así que decido hacer como si no lo hubiera oído y le doy al play desde el portátil. Empieza el primer programa de Tonterías las Justas y Dani no puede parar de sonreír viendo a Flo contando más o menos a la audiencia cómo va a ser todo. Minutos más tarde me presenta y aparezco por primera vez en pantalla.
-¡Qué vergüenza! -Digo escondiendo mi cara detrás de Dani.
-¿Qué dices? ¡Pero si estás guapísima!
-¡Pero lo hago fatal!
-Siempre lo hiciste genial, Anna. Formábamos un gran equipo. –Así vamos comentando todo el programa entre bromas hasta que termina. –Jo… ¿No tienes otro?
-No. –Contesto un poco triste como él. -¡Pero podemos ver los trocitos que hay sueltos por Youtube!
-¡Venga! ¡Yo elijo primero!
-Vaaaale. –Le veo tan ilusionado que no puedo decirle que no.
-Pero te tienes que tapar los ojos, que si no, no es sorpresa.
-Está bien. –Le hago caso y me llevo las manos a la cara, aunque de vez en cuando me entran ganas de mirar un poco a través de los huecos de los dedos. –Vengaaaaa, que quiero verlo ya.
-Espera un momento… ¡Ya! –Abro los ojos y le da al play.
-¡¡¡No puede ser!!! Jajajajajaja ¡Soy un tolili! –Los dos cantamos y bailamos la canción subidos en el sofá mientras se reproduce el videoclip.
-¡Me toca! –Digo cuando termina el vídeo. Poco a poco, vamos viendo la guerra de chocolate, el cuarto oscuro en el que nos metió Flo, la anécdota de mi “grillo”, las flechas de Dani…
-¡Ahora toca un ranking! ¡¡Que todavía no hemos visto ninguno!!
-A ver cuál me pones. –Digo intrigada.
-No sé cuál elegir… Es que todos son geniales ¿Qué tal este? –Empieza el vídeo y aparezco yo presentándolo. –Anda que no disfrutabas tú esos momentos ¡Eh!
-Más los disfrutabas tú. –Contesto riéndome. De repente enfocan a Dani y Flo cantando “Princesas” mientras imitan a Pereza. -¡Qué patéticos! Jajajajajajaja -En cuanto veo a Flo disfrazado me entra la risa tonta y ya no puedo parar de reír. Empiezan los corchopanazos, sale el primer vídeo y justo después aparecemos en plano Romina y yo con sombreros, gafas de sol, un flotador y una tabla de surf para niños. –Dios mío. –Digo tapándome la cara con las manos.
-¡Uy la abuela, que se cree que está en la playa! –Dice Dani riéndose.
-¡Mira! ¡No llevamos ni dos minutos de Ranking y ya me has dado con el corchopán! –Cojo un cojín del sofá y le doy con él a Dani en la cara. –¡Te lo mereces!
-¡Ah! ¿Sí? ¡¡Te vas a enterar!! –Coge otro cojín, se pone de pié y empieza a darme por todas partes. Yo empiezo a gritar, me levanto e intento darle también algunos cojinazos, pero es imposible. Con la mano que me queda libre consigo agarrar su cojín y lo tiro al suelo, pero justo cuando Dani se gacha a cogerlo me subo en su espalda agarrándome a su cuello.
-¡Que se me ha vuelto temeraria la abuela! ¡Cuidado no se vaya a hacer usted daño!
-No serías capaz de hacerme daño.
-Muy bien, tú lo has querido. –Me coge del brazo y se gira rápidamente haciéndome caer sobre el sofá, se sienta al lado y agarra fuerte mis manos por encima de mi cabeza.
-¿Todavía crees que no soy capaz? –Dice sonriendo.
-¡Puedo librarme de ti me dé la gana!
-¿Y por qué no lo haces?

-Porque no me quiero separar de ti.

jueves, 2 de enero de 2014

Capítulo 51. Demasiado lejos.

Entro en casa, me pongo el pijama y me meto en la cama sin ni siquiera cenar. Decido apagar el iPhone para que no me moleste nadie, pero justo cuando voy a hacerlo, veo la foto que me puso Dani en el fondo de pantalla cuando buscó en Twitter nuestros nombres y aparecieron millones de momentos capturados de Tonterías las Justas y Otra Movida. En una de las que más le gustó estaba él caracterizado de Mario Vaquerizo en OM abrazándome por detrás y dándome un beso en la mejilla mientras yo me reía sentada en mi silla; de modo que se la descargó y me la puso para que me volviera a reír cada vez que la mirara, pero en este momento sólo consigue hacerme llorar.
No sé por qué lo hago, pero abro la aplicación de Youtube  y escribo en el buscador “Dani Martínez imitando a Mario Vaquerizo”. Espero unos segundos y de repente aparecen más de 100 resultados. Pongo el primero y cuando acaba, pongo otro, y otro, y otro. Es una sensación extraña, pero ahora mismo es Dani el motivo de mis llantos y carcajadas. Por un lado, me está sentando bien ver estos vídeos porque es imposible no reírse con cada tontería que hacían Dani y Flo, pero por otro lado no sé si es lo más adecuado revivir determinados momentos pensando que ya no se volverán a repetir; y mucho menos si mi relación con Dani acaba de mala manera. Al fin y al cabo, Flo tiene razón… Los amigos de verdad son amigos siempre y no hay forma de que se separen nunca. En cambio, una pareja puede romper por infinidad de motivos o incluso sin tener motivo alguno.
Me seco las lágrimas y suspiro intentando despejarme un poco de todo. Miro el reloj y me doy cuenta de que son ya las 4:20 de la mañana. No sé exactamente cuántas horas llevo viendo vídeos, pero lo que sí sé es que sólo me ha servido para estar aún más indecisa.
Abro Whatsapp y me asombro al ver que Dani está en línea. Me atormenta pensar que él está pasando por lo mismo que yo y por un momento se me ocurre escribirle algo para que sepa que pase lo que pase seguiré estando presente en su vida, pero luego decido que es mejor dejar que las cosas vengan como tengan que venir y que quizás no sea lo más adecuado mandarle un mensaje que le pueda confundir.
De repente, las letras que formaban las palabras “en línea” pasan a ser “últ. vez hoy a las 04:23” ¿Se habrá dado cuenta de que yo también estoy en línea y no quiere saber nada de mí? El simple hecho de pensarlo hace que me empiece a doler el estómago y se me nuble la vista por unos segundos. Intento calmarme y voy a la cocina a por un vaso de agua que me hidrate la garganta, pero justo cuando me voy a volver a acostar, suena el timbre. Voy hacia la puerta caminando de puntillas para ver por la mirilla quién está al otro lado, pero antes de que me dé tiempo a llegar, vuelve a sonar y justo después escucho su voz tan bajita que casi es un susurro.
-Anna… -Me quedo quieta justo delante de la puerta sin saber si abrir o fingir que estoy dormida. Me muero de ganas por verle y después de escuchar su voz me importa bien poco si es lo correcto o no, pero hay algo dentro de mí que no me deja avanzar, que sabe que lo voy a pasar mal cuando le vea.
Finalmente consigo girar el pomo y abrir la puerta, pero me quedo callada sin decir nada.
-Anna… -Él también tiene los ojos hinchados de llorar y las ojeras hinchadas de no dormir. –No podía dormir pensando que te he dejado sola pasándolo mal.
-Dani, fui yo quien te pedí que no subieras.
-Aun así no te he cuidado como te mereces. –Nos volvemos a quedar callados durante unos segundos, mirando la tristeza en los ojos del otro e intentando parecer más fuertes de lo que en realidad somos. -¿Puedo pasar?
-Sí, claro. –Digo echándome a un lado para dejarle sitio. Dani entra en casa pero no me da ningún beso como habría hecho en otra ocasión.
-No sabía si llamar o no hasta que he visto en whatsapp que estabas conectada.
-¿Llevabas mucho tiempo en la puerta?
-Desde que llegué a mi casa y me di cuenta de que estabas demasiado lejos.
-¿Y por qué no llamaste antes?
-No te quería despertar. –Se sienta en el sofá pero no como lo hace siempre, sino que se sienta en el filo como si no quisiera molestar.
-Yo también llevo toda la noche despierta. –Digo mientras me siento a su lado y le cojo la mano. Dani me mira sorprendido y sonríe un poco más relajado.
-Anna, siento que esto haya pasado así.
-Dani, tú no tienes culpa de nada. –Estiro mi otra mano y le acaricio el pelo. Así me siento más tranquila.
-Yo fui quien te dijo que viviéramos el presente y que ya nos ocuparíamos del futuro.
-La decisión fue de los dos, no te atormentes con eso.
-Anna… Yo no he venido a pedirte perdón. –Coge mis dos manos y las aprieta con fuerza mientras se gira un poco quedando frente a mí en el sofá. –Yo he venido a decirte que te quiero y que quiero estar a tu lado. Que seguimos siendo un equipo y le vamos a demostrar a Flo que esto no tiene por qué salir mal.
-Dani, ya hemos hablado de esto. –Digo mientras se me forma un nudo en la garganta.
-Mi amor, a mis las palabras me dan igual. Lo que importa es lo que sintamos tú y yo ¿A caso era mentira todo lo que dijimos en Toulouse? –Se pone de pié de golpe y se lleva las manos a la cabeza. Yo me levanto tras él y apoyo mi mano en su hombro
-Sabes que todo lo dije desde el corazón, pero las cosas han cambiado.  –Se gira poniéndose frente a mí y agarra mis brazos con fuerza mientras me mira fijamente a los ojos para que le preste atención.
-Yo no he cambiado, Anna ¿Has cambiado tú? –Pregunta con un tono de voz un poco más alto de lo normal.
-No
-¿Entonces?
-No lo sé, Dani.
-Anna, yo no quiero obligarte a nada. –Dice mucho más dulce que antes mientras me acaricia la mejilla con la parte exterior de la mano. –Pero al menos piénsatelo ¿Vale?
-No hago más que pensarlo y cada vez estoy más indecisa.
-Bueno… -Me besa en la frente –Te dejo que descanses ¿Cenamos mañana con Flo?
-Cuanto antes lo hagamos, mejor.
-Yo me encargo de avisarle… Hasta mañana. –Me sonríe y se aleja caminando hacia la puerta.

-¡Dani! Espera… Quédate aquí conmigo.