lunes, 2 de diciembre de 2013

Capítulo 45. Ha llegado el momento.


Llego al hall del hotel cargada de bolsas, sonrío al recepcionista cuando paso por delante del mostrador y me dirijo al ascensor. Cada segundo que pasa hace que el corazón me lata mil veces más rápido y es que creo que jamás en mi vida he estado tan nerviosa e inquieta.  No paro de imaginarme a Dani esperándome en la puerta de la habitación guapísimo como siempre. O quizás me esté esperando dentro, o en el ascensor ¿Y si todavía no ha vuelto al hotel? No me importa, le esperaré encantada. Me esconderé para que no se sienta culpable al ver que me ha hecho esperar y fingiré que he llegado después que él.
-Disculpe, señorita Simon. –Dice el recepcionista. Todavía me resulta extraño que en el poco tiempo que llevo aquí ya se haya aprendido mi nombre, pero me gusta. -¿Puedo ayudarle con las bolsas? –Extiende sus brazos hacia mí para quitarme un poco de peso.
-No, gracias, no se preocupe. Ya puedo yo sola. –Contesto sonriendo para agradecerle el gesto de amabilidad.
-Insisto, señorita. No querrá llegar cansada a su boda ¿Verdad? –Dice mientras sonríe satisfecho al ver que me sonrojo.
-¿Qué? –Me quedo paralizada ¿Cómo lo sabe? ¿Se lo ha dicho Dani? ¿Y para qué se lo ha dicho?
-Si me permite un consejo, póngase guapa antes de llegar a la habitación porque su novio está ya allí.  –¡Es cierto! ¿Cómo me voy a vestir allí sin que Dani me vea?
-¿Y dónde me visto? –Digo preocupada.
-No se preocupe por eso, puede entrar en uno de los servicios que tenemos en esta planta. –Se queda pensando unos segundos y continua. –O puedo dejarle la llave de una de las habitaciones que tengo ahora mismo libres, pero en ese caso no podría decírselo a nadie. –Dice sonriendo pícaramente.
-¡Sí, por favor! ¡Muchas gracias! –Le doy un abrazo sin pensármelo y veo que se queda un poco aturdido. No debe estar acostumbrado a que sus clientes se lancen así hacia él, pero quizás nunca antes haya hecho un favor tan importante como el que me va a hacer a mí. Cuando me separo de él me regala una sonrisa sincera, coge las bolsas de mis manos y se gira.
-Acompáñeme. –Comienza a caminar y yo le sigo hasta que llegamos al ascensor. Hace un gesto con la mano para que yo entre primero y luego lo hace él. Pulsa el botón de la primera planta y permanecemos en silencio durante el corto trayecto. Salimos por un pasillo, giramos a la izquierda y se para justo delante de la habitación número 03. No puedo evitar acordarme del primer programa de Tonterías las Justas que se estrenó el 3 de mayo, el comienzo de mi nueva vida. –Aquí tiene la lleve, señorita. –Me sorprende ver que, efectivamente, es una llave y no una tarjeta como la que tenemos Dani y yo en la suit, pero la cojo sin decir nada y le doy las gracias al recepcionista.
-¿Desea algo más?
-No, gracias de nuevo.
-Me despido entonces.
-Oiga… -Digo antes de que se vaya. -¿Cómo es que llevaba la llave encima y no estaba con el resto de las llaves en l recepción? –Quizás no sea una pregunta muy adecuada, pero tengo curiosidad por saber la respuesta.
-Su novio me dijo que le haría falta. –Me quedo paralizada sin saber qué decir. –Y veo que no se ha equivocado… Debe conocerla demasiado bien. –Sonríe encantado de formar parte de esta historia de amor.
-Sí, eso parece. –Se me escapa una sonrisa avergonzada y orgullosa de poder tenerle a mi lado, pero por otro lado, está más que claro que lo del vestido ya no es una sorpresa… Al menos no se imagina cómo es, o eso creo. Me quedo un rato dudando hasta que finalmente decido no pensar más en eso. Es imposible que me haya visto comprándolo y esa sería la única forma de saber cómo es.
-No le distraigo más, señorita. Si desea algo ya sabe donde puede encontrarme.
-Sí, no se preocupe ¡Muchísimas gracias! –Contesto ya casi dentro de la habitación ilusionada como una niña pequeña esperando a que le den un regalo. Estoy nerviosa, eufórica, intrigada, feliz; pero sobre todo enamorada, y ese es el único sentimiento por el que me dejo guiar desde que Dani entró así, tan de golpe en mi vida, sin avisar ni nada arrasando con todo y llevándose mi lado racional para que no pueda usarlo nunca más cuando estoy con él.
Me meto corriendo en la ducha para refrescarme un poco después de toda una tarde de compras, pero lo hago todo lo más rápido posible para que me dé tiempo luego a arreglarme tranquilamente. Rodeo mi cuerpo con la toalla, salgo del baño y me seco el pelo. Saco el vestido de la bolsa y lo observo sujetándolo con la percha. Menos mal que la dependienta me ha dado una de estas bolsas en las que la ropa va totalmente estirada porque la verdad es que ahora mismo no tengo tiempo para ponerme a planchar. Saco de la caja los zapatos que compré en la misma tienda y los coloco justo debajo del vestido. Estiro el brazo intentando alejarme lo máximo posible para poder observar mejor el conjunto y me resulta totalmente imposible borrar la sonrisa de mi cara al pensar en la mirada de Dani cuando me vea así vestida.
Me tumbo bocarriba sobre la cama con los brazos estirados y respiro hondo disfrutando de este momento maravilloso, pero cuando miro hacia mi lado izquierdo, veo una nota sobre la mesilla de noche. Me acerco a cogerla y la leo.
Mi niña, espero que te esté gustando el vestidor que te he buscado. En el primer cajón del armario encontrarás todo lo que te pueda hacer falta.
Nos vemos en un ratito.
Te quiere, Dani.
Me levanto corriendo de la cama  y abro el cajón intrigada por saber qué puede haber. Al verlo sonrío y lo saco todo, las tenacillas para el pelo, un maletín lleno de maquillaje, crema hidratante y una tarjeta pequeña en la que se puede leer:
Vale por una vida llena de desayunos juntos.”
Sonrío una vez más, saco el móvil del bolso y le llamo. Tengo que esperar unos cuantos tonos pero al fin contesta.
-Hola mi niña ¿Qué te pasa?
-Que necesitaba decirte que te quiero –Le escucho reírse al otro lado del teléfono.
-Yo también te quiero, Anna.
-¿Qué estás haciendo? –Digo con bastante curiosidad.
-Nada… aquí tumbado en la cama esperándote.
-Entonces no te importará que me pase por allí un poco antes ¿No? –Digo sabiendo que me está mientiendo.
-No, es que… Aún me tengo que duchar.
-Bueno, podemos ducharnos juntos.
-No Anna, prefiero ducharme sólo.
-¡Uy! ¡Voy a apuntarlo en mi diario, que esto es algo que no pasa todos los días!
-Va, Anna, no seas boba. Nos vemos a las ocho ¿Vale?
-Está bieeeeeeeeeen. –Digo fingiendo resignación aunque en realidad he conseguido las dos cosas que quería: Hablar con él y ponerle un poco más nervioso diciéndole que voy a aparecer por allí antes de tiempo.
-Anna, te tengo que colgar.
-Sí, que te tienes que duchar ¿No? –Digo en tono de burla haciéndole ver que no me lo he creído.
-Sí… eso. –Contesta no muy convencido.
-Un beso.
-Te quiero, mi amor. –Los dos colgamos y yo me llevo todos los instrumentos al cuarto de baño. Me marco los rizos cuidadosamente hasta que quedan perfectos y me maquillo realzándome la mirada, como a él le gusta. Como algo de fruta que hay sobre la cómoda para relajarme un poco; y es que desde que el reloj ha marcado las 19:30 estoy tremendamente nerviosa, pero por fin ha llegado el momento. Me visto, me subo a los tacones y salgo de la habitación.
Cierro la puerta con la llave y cuando me doy la vuelta, veo una mesita con un ramo de flores y otra nota justo enfrente de mí, en medio del pasillo.
“Quizás también necesites esto ¿No?”
Vuelvo a dejar la nota sobre la mesa, cojo el ramo con cuidado y respiro hondo antes de entrar en el ascensor.

Ya son las ocho y cinco. Ha llegado el momento.

2 comentarios:

  1. no nos dejes asi!! me encanta ! siguiente :)

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  2. Necesitar siguiente se queda corto... la espera de ha hecho laaarga pero... DioS! cuando dices que subes el siguiente???

    Nos encanta tu historia, lo sabes :)

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