Llego al
hall del hotel cargada de bolsas, sonrío al recepcionista cuando paso por
delante del mostrador y me dirijo al ascensor. Cada segundo que pasa hace que
el corazón me lata mil veces más rápido y es que creo que jamás en mi vida he
estado tan nerviosa e inquieta. No paro
de imaginarme a Dani esperándome en la puerta de la habitación guapísimo como
siempre. O quizás me esté esperando dentro, o en el ascensor ¿Y si todavía no
ha vuelto al hotel? No me importa, le esperaré encantada. Me esconderé para que
no se sienta culpable al ver que me ha hecho esperar y fingiré que he llegado
después que él.
-Disculpe,
señorita Simon. –Dice el recepcionista. Todavía me resulta extraño que en el
poco tiempo que llevo aquí ya se haya aprendido mi nombre, pero me gusta.
-¿Puedo ayudarle con las bolsas? –Extiende sus brazos hacia mí para quitarme un
poco de peso.
-No,
gracias, no se preocupe. Ya puedo yo sola. –Contesto sonriendo para agradecerle
el gesto de amabilidad.
-Insisto,
señorita. No querrá llegar cansada a su boda ¿Verdad? –Dice mientras sonríe
satisfecho al ver que me sonrojo.
-¿Qué? –Me
quedo paralizada ¿Cómo lo sabe? ¿Se lo ha dicho Dani? ¿Y para qué se lo ha
dicho?
-Si me
permite un consejo, póngase guapa antes de llegar a la habitación porque su
novio está ya allí. –¡Es cierto! ¿Cómo
me voy a vestir allí sin que Dani me vea?
-¿Y dónde me
visto? –Digo preocupada.
-No se
preocupe por eso, puede entrar en uno de los servicios que tenemos en esta
planta. –Se queda pensando unos segundos y continua. –O puedo dejarle la llave
de una de las habitaciones que tengo ahora mismo libres, pero en ese caso no
podría decírselo a nadie. –Dice sonriendo pícaramente.
-¡Sí, por
favor! ¡Muchas gracias! –Le doy un abrazo sin pensármelo y veo que se queda un
poco aturdido. No debe estar acostumbrado a que sus clientes se lancen así
hacia él, pero quizás nunca antes haya hecho un favor tan importante como el
que me va a hacer a mí. Cuando me separo de él me regala una sonrisa sincera,
coge las bolsas de mis manos y se gira.
-Acompáñeme.
–Comienza a caminar y yo le sigo hasta que llegamos al ascensor. Hace un gesto
con la mano para que yo entre primero y luego lo hace él. Pulsa el botón de la
primera planta y permanecemos en silencio durante el corto trayecto. Salimos
por un pasillo, giramos a la izquierda y se para justo delante de la habitación
número 03. No puedo evitar acordarme del primer programa de Tonterías las
Justas que se estrenó el 3 de mayo, el comienzo de mi nueva vida. –Aquí tiene
la lleve, señorita. –Me sorprende ver que, efectivamente, es una llave y no una
tarjeta como la que tenemos Dani y yo en la suit, pero la cojo sin decir nada y
le doy las gracias al recepcionista.
-¿Desea algo
más?
-No, gracias
de nuevo.
-Me despido
entonces.
-Oiga… -Digo
antes de que se vaya. -¿Cómo es que llevaba la llave encima y no estaba con el
resto de las llaves en l recepción? –Quizás no sea una pregunta muy adecuada,
pero tengo curiosidad por saber la respuesta.
-Su novio me
dijo que le haría falta. –Me quedo paralizada sin saber qué decir. –Y veo que
no se ha equivocado… Debe conocerla demasiado bien. –Sonríe encantado de formar
parte de esta historia de amor.
-Sí, eso
parece. –Se me escapa una sonrisa avergonzada y orgullosa de poder tenerle a mi
lado, pero por otro lado, está más que claro que lo del vestido ya no es una
sorpresa… Al menos no se imagina cómo es, o eso creo. Me quedo un rato dudando
hasta que finalmente decido no pensar más en eso. Es imposible que me haya
visto comprándolo y esa sería la única forma de saber cómo es.
-No le
distraigo más, señorita. Si desea algo ya sabe donde puede encontrarme.
-Sí, no se
preocupe ¡Muchísimas gracias! –Contesto ya casi dentro de la habitación
ilusionada como una niña pequeña esperando a que le den un regalo. Estoy
nerviosa, eufórica, intrigada, feliz; pero sobre todo enamorada, y ese es el
único sentimiento por el que me dejo guiar desde que Dani entró así, tan de
golpe en mi vida, sin avisar ni nada arrasando con todo y llevándose mi lado
racional para que no pueda usarlo nunca más cuando estoy con él.
Me meto
corriendo en la ducha para refrescarme un poco después de toda una tarde de
compras, pero lo hago todo lo más rápido posible para que me dé tiempo luego a
arreglarme tranquilamente. Rodeo mi cuerpo con la toalla, salgo del baño y me
seco el pelo. Saco el vestido de la bolsa y lo observo sujetándolo con la
percha. Menos mal que la dependienta me ha dado una de estas bolsas en las que
la ropa va totalmente estirada porque la verdad es que ahora mismo no tengo
tiempo para ponerme a planchar. Saco de la caja los zapatos que compré en la
misma tienda y los coloco justo debajo del vestido. Estiro el brazo intentando
alejarme lo máximo posible para poder observar mejor el conjunto y me resulta
totalmente imposible borrar la sonrisa de mi cara al pensar en la mirada de
Dani cuando me vea así vestida.
Me tumbo
bocarriba sobre la cama con los brazos estirados y respiro hondo disfrutando de
este momento maravilloso, pero cuando miro hacia mi lado izquierdo, veo una
nota sobre la mesilla de noche. Me acerco a cogerla y la leo.
Mi niña, espero que te esté gustando
el vestidor que te he buscado. En el primer cajón del armario encontrarás todo
lo que te pueda hacer falta.
Nos vemos en un ratito.
Te quiere, Dani.
Me levanto
corriendo de la cama y abro el cajón
intrigada por saber qué puede haber. Al verlo sonrío y lo saco todo, las
tenacillas para el pelo, un maletín lleno de maquillaje, crema hidratante y una
tarjeta pequeña en la que se puede leer:
“Vale por una vida llena de desayunos juntos.”
Sonrío una
vez más, saco el móvil del bolso y le llamo. Tengo que esperar unos cuantos tonos
pero al fin contesta.
-Hola mi
niña ¿Qué te pasa?
-Que
necesitaba decirte que te quiero –Le escucho reírse al otro lado del teléfono.
-Yo también
te quiero, Anna.
-¿Qué estás
haciendo? –Digo con bastante curiosidad.
-Nada… aquí
tumbado en la cama esperándote.
-Entonces no
te importará que me pase por allí un poco antes ¿No? –Digo sabiendo que me está
mientiendo.
-No, es que…
Aún me tengo que duchar.
-Bueno,
podemos ducharnos juntos.
-No Anna,
prefiero ducharme sólo.
-¡Uy! ¡Voy a
apuntarlo en mi diario, que esto es algo que no pasa todos los días!
-Va, Anna,
no seas boba. Nos vemos a las ocho ¿Vale?
-Está
bieeeeeeeeeen. –Digo fingiendo resignación aunque en realidad he conseguido las
dos cosas que quería: Hablar con él y ponerle un poco más nervioso diciéndole
que voy a aparecer por allí antes de tiempo.
-Anna, te
tengo que colgar.
-Sí, que te
tienes que duchar ¿No? –Digo en tono de burla haciéndole ver que no me lo he
creído.
-Sí… eso. –Contesta
no muy convencido.
-Un beso.
-Te quiero,
mi amor. –Los dos colgamos y yo me llevo todos los instrumentos al cuarto de
baño. Me marco los rizos cuidadosamente hasta que quedan perfectos y me
maquillo realzándome la mirada, como a él le gusta. Como algo de fruta que hay
sobre la cómoda para relajarme un poco; y es que desde que el reloj ha marcado
las 19:30 estoy tremendamente nerviosa, pero por fin ha llegado el momento. Me
visto, me subo a los tacones y salgo de la habitación.
Cierro la
puerta con la llave y cuando me doy la vuelta, veo una mesita con un ramo de
flores y otra nota justo enfrente de mí, en medio del pasillo.
“Quizás también necesites esto ¿No?”
Vuelvo a
dejar la nota sobre la mesa, cojo el ramo con cuidado y respiro hondo antes de
entrar en el ascensor.
Ya son las
ocho y cinco. Ha llegado el momento.
no nos dejes asi!! me encanta ! siguiente :)
ResponderEliminarNecesitar siguiente se queda corto... la espera de ha hecho laaarga pero... DioS! cuando dices que subes el siguiente???
ResponderEliminarNos encanta tu historia, lo sabes :)