martes, 21 de enero de 2014

Capítulo 56. Lluvia

Ya han pasado los meses. Ha pasado el 2013. Han pasado tantas cosas y no ha pasado nada al mismo tiempo. Sigo sin tener noticias de Dani. Nadie sabe nada de él, ni yo, ni el equipo, ni sus amigos, ni su familia… Por suerte llama a sus padres una vez a la semana para decir que está bien y Meri me whatsappea corriendo para contármelo. Les cuenta que necesita estar solo y que está aprendiendo mucho de sí mismo, pero nada más. Ni siquiera dice dónde está y por su casa hace tiempo que no pasa nadie.
Yo a veces doy un paseo hasta allí y me siento en el banco que hay justo en la acera de enfrente del portal intentando reunir el valor suficiente para quitarme la alianza que me regaló aquella noche en Toulouse y poder acabar así con todo esto, pero no soy capaz.
Los domingos por la noche veo Aída mientras sonrío como una tonta y poco a poco voy acostumbrándome a esto, como si echarle de menos fuera algo tan normal como respirar o comer.
Mi familia sabe que ya no estamos juntos, pero desde aquello no he vuelto a ir por Mollet. Me apetece mucho verles, pero me cuesta salir de casa y les pongo la excusa de que tengo mucho trabajo, aunque yo sé que algo sospechan. Incluso mi madre estuvo a punto de venir un fin de semana a Madrid… Por suerte conseguí convencerla de que no lo hiciera.
Ya no tuiteo porque cada vez que lo hago me preguntan por él y en El Hormiguero hay semanas que no salgo porque los días que me toca no tengo fuerzas ni para levantarme de la cama. Conseguí presentar las uvas porque Paula Vázquez me convenció y al menos esos días de preparación conseguí pensar menos en Dani. No sabe cuánto le agradezco que se presentara en mi casa y me convenciera para aceptar.
Flo me llama cada tarde para preguntarme cómo estoy, me hace reír y me invita a cenar a su casa, pero yo nunca acepto. Allí fue donde vi a Dani por última vez y no quiero volver a revivirlo todo, no podría soportarlo. O al menos hasta ahora porque esta tarde le he dicho a Flo que sí, que tengo ganas de verle. Ya hace mucho tiempo de todo eso y es hora de vuelva a hacer mi vida normal. Aunque no deje de pensar en él, aunque me duela cada vez que escuche su nombre, tengo que volver a relacionarme con la gente, salir, disfrutar de mis amigos, mi familia… Es hora de hacerle caso a Flo y recordar que la vida hay que vivirla porque sólo son two days y hoy quiero que me vea con la mejor de mis sonrisas.
Me pongo mis vaqueros claros, una camiseta de manga larga negra y encima el jersey de rayas blancas y azul marino. Me siento en la cama cojo las converses y me las pongo, aunque no puedo evitar acordarme de él una vez más al hacerlo.
Me maquillo un poco, lo justo para quitarme las ojeras y darle un poco de color a mi cara y me recojo el pelo en un moño alto para no tener que arreglármelo mucho.
Meto el móvil en el bolso, seguido de un paquete de pañuelos, las gafas de sol, la cartera, el tabaco, el mechero, el paraguas y las llaves y me dirijo a la entrada. Cojo del perchero la chaqueta que se dejó aquí Dani, me la pongo y me miro al espejo imaginándome que va a salir de casa conmigo. Todavía huele a él a pesar de que me la pongo cada vez que salgo a hacer cualquier recado o a trabajar, más que nada porque no salgo para otra cosa. Siempre que vuelvo de la calle la coloco otra vez en el mismo  asa en la que él la dejó y así es como si nunca se hubiera ido, o al menos eso es lo que a mí me gusta pensar.
Por un momento cojo las llaves del coche, pero luego decido que me apetece dar un paseo, respirar el aire de la calle sin prisas y plantearme qué puedo hacer para obligarme a salir de casa más a menudo, así que vuelvo a dejar las llaves en su sitio y salgo de casa confiando en que hoy, después de mucho tiempo, va a ser un buen día.
Cuando salgo del edificio veo cómo unas nubes grises tapan el poco sol que queda de este día, pero no me importa. Siempre me ha encantado ver llover, aunque me gusta hacerlo desde casa, tapada con una mantita y con un gran tazón de chocolate caliente que me ayude a no pasar frío. De cualquier forma, he sido precavida y traigo el paraguas en el bolso… Quizás necesito que llueva, que caiga agua del cielo para poder limpiar lo que queda de Dani en mi corazón. Quizás necesito correr con esa risa nerviosa que te entra cuando llueve y no tienes dónde refugiarte para poder así darme cuenta de que incluso un día gris puede hacerte reír. Quizás sea hoy el día en el que una simple lluvia lo cambie todo.
En más o menos media hora, llego a casa de Flo sin que una sola gota de agua mojara mi cara, pero no me importa. Sé que hoy tiene que llover sea como sea. Llamo al timbre y me pongo nerviosa esperando a que abra. Tengo tantas ganas de verle que no paro de llamar hasta que abre.
-¡Anna! ¡Ya pensé que no venías! –Dice bromeando. Yo me lanzo a él y le abrazó con todas mis fuerzas.
-¡Flo! ¡Te he echado de menos!
-Yo a ti también, Simonix. –Me abraza también y me da un beso en la mejilla. -Pasa, pasa. Estamos solos.
-Qué guapo te veo, Flo
-Siempre que pasas un tiempo sin verme me dices lo mismo. –Sonríe.
-Porque es la verdad. –Le pellizco las mejillas y me río. -¡Qué blandito eres, padre!
-Anna, me alegro de que por fin vuelvas a estar tan… así.
-¿Tan así cómo?
-Tan Anna Simon.
-Yo me alegro de haber podido contar contigo todo este tiempo. De verdad que no sabes cuánto te lo agradezco.
-No te preocupes, ya sabes que por mi niña, lo que sea. –Cierra la puerta y me dirige hacia el fondo de la casa colocando su mano en mi espalda. –Ven, que te enseño lo que llevo escrito hasta ahora para el libro ¿Tú cómo lo llevas?
-La verdad es que como todo este tiempo casi no he salido de casa le he podido dedicar bastante tiempo. Incluso tengo otro proyecto entre manos que no es del todo que salga bien, pero estoy muy ilusionada.
-¿Un proyecto? ¿Y eso? –Sonríe incrédulo
-No te lo puedo decir, que se gafa.
Pasamos la tarde recordando anécdotas y hablando de todo un poco. Reímos por todo y cuando llega la noche, pedimos comida china. Yo como siempre como con los palillos y Flo lo intenta intentando hacerse el interesante, pero no consigue llevarse nada a la boca, hasta que por fin decide usas cubiertos.
De repente, se escucha cómo fuera empiezan a caer algunas gotas, que poco a poco se van siendo cada vez más hasta desembocar en una tormenta de las de película.
-¿Has traído coche? –Pregunta Flo mientras moja el arroz en salsa agridulce.
-Vine andando.
-Entonces yo te acerco luego, que si no te vas a poner empapada.
-No, Flo.
-¿No?

-Me apetece caminar bajo la lluvia.

2 comentarios:

  1. me ha encantado ese final :) es general me ha encantado todo el capitulo .. me da pena anna .. que se reconcilien ,siguiente :)

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  2. Exijo que teclees una reconciliaciòn!!!

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