Me quito la
poca mermelada que quedaba sobre mi cabeza, me seco y me visto lo más cómoda
posible. Me recojo el pelo en una coleta alta y ni siquiera me maquillo, sólo
quiero pedirle perdón. Pedirle perdón por haber sido tan egoísta y no darme
cuenta de que él también lo estaba pasando mal, que no sólo a mí me importa lo
que piense Flo y a pesar de eso ha intentado ser fuerte para que yo no me
derrumbara.
Salgo de
casa, cierro la puerta y meto las llaves en el bolso. Justo antes de salir del
portal me pongo las gafas de sol por si a algún paparazzi se le ocurre hacer un
reportaje sobre lo hinchados que están mis ojos y camino hasta mi coche sin
apartar la vista de las ruedas. No me interesa lo que pase a mi alrededor,
ahora sólo quiero llegar a casa de Dani lo antes posible. Cuando estoy ya
dentro sentada, dejo el bolso en el asiento del copiloto y arranco. A medida
que voy recorriendo kilómetros, acelero un poco más para acabar con esta agonía
de no saber cómo reaccionará Dani cuando le admita que he sido una completa
estúpida.
Por fin
llego a su casa y aparco casi en la acera, pero es que no puedo perder tiempo
buscando un hueco libre. El portero me reconoce en cuanto me ve y me deja pasar,
pero cuando estoy frente a la puerta de Dani ya no es todo tan fácil. Llamo al
timbre una y otra vez, pero nadie responde al otro lado de la puerta. Cada vez
pulso más rápido y aunque ya sé que no me va a abrir, no puedo parar de llamar
descargando así mi rabia. No estoy enfadada con él, sino conmigo. He tenido que
esperar a que esto pasara para darme cuenta de que Dani también se merece su
tiempo para desahogarse, que para él todo esto es tan difícil como lo es para
mí.
Finalmente
desisto y dejo de llamar, pero me quedo unos segundos apoyando la frente en la
puerta hasta que me calmo y mis lágrimas dejan de caer o al menos no lo hacen
con tanta fuerza. Me vuelvo a colocar las gafas y bajo por las escaleras. Me
despido del portero con un simple movimiento de cabeza ya que no me salen las
palabras y me vuelvo a montar en el coche. No sé a dónde voy, no sé qué va a
pasar con Dani, no sé qué voy a hacer con mi vida a partir de ahora.
Simplemente conduzco por Madrid sin parar de llorar hasta que me doy cuenta de
que estoy yendo a casa de Flo. Quizás sea por eso que decimos siempre de que
somos padre e hija pero el hecho de pensar que me va a dar un abrazo de los
suyos me reconforta y hace que me tranquilice un poco.
Aparco,
salgo del coche y me vuelvo a poner las gafas. Empiezo caminando despacio
intentando mantener mi respiración a un ritmo pausado, pero a medida que voy
dando pasos me doy cuenta de que cada vez voy más rápido y que necesito a Flo
cuanto antes.
Llamo al
timbre un par de veces y segundos más tarde la puerta se abre.
-¡Hola
Annita! ¡No me dijo Dani que venías! –Me da dos besos y se echa a un lado para
dejarme pasar ¿Por qué tendría Dani que decirle nada? –Pasa, pasa. Estamos en
la salita hablando de nuestras cosas. -¿Qué? ¿Estamos? ¿Quiénes? Mis dudas se
resuelven en cuanto entro en la habitación y le veo sentado mirando al suelo.
-Hola. –Digo
tan bajito que casi dudo de si se ha enterado o no. Me mira y alza un poco la
cabeza a modo de saludo. Flo se para detrás de mí y coloca sus manos en mis
hombros.
-Bueno,
parejita, tenemos una conversación pendiente ¿No? Voy a por unas cervezas y
ahora vuelvo.
-Yo no
quiero nada, Flo, gracias. –Contesto todavía casi sin voz.
-Yo prefiero
ron con Cocacola ¿Tienes?
-¿A estas
horas? –Contesta Flo tan asombrado como yo.
-A veces el
alcohol es lo que menos daño te hace. –Dice mirándome con sus ojos cargados de
ira.
-Ya viene
Dani filosófico. –Dice Flo mientras desaparece por el pasillo creyéndose que
está de broma.
-Dani
¿Podemos hablar un momento?
-¿De qué?
-De lo nuestro.
-¿De lo
nuestro cuando? ¿Cuándo somos novios, cuando no lo somos? ¿En qué punto decide
ahora la señorita que quiere estar?
-Dani, no
seas así, por favor.
-No tengo
nada que hablar contigo, Anna. Ya hemos destrozado la amistad que teníamos y no
quiero romper el buen rollo que hay en todo el equipo, así que cada uno por su
lado y aquí no ha pasado nada.
-No puedo
fingir que no te quiero, Dani. –Digo mientras camino hacia él y me siento en el
reposabrazos del sillón donde está sentado, pero en cuanto ve que me estoy
sentando se levanta tan rápido que parece que no quisiera ni rozarme. –Dani,
por favor.
-Se acabó,
Anna. Entiéndelo y no te arrastres más ¿A qué has venido?
-No lo sé.
Fui a tu casa y como no me abrías empecé a conducir hasta que acabé aquí.
-Está bien
¿Te vas tú o me voy yo?
-Dani, por favor. Dame solo cinco minutos aunque sea y aclaremos todo esto. –Me
levanto y me vuelvo a acercar a él con la esperanza de que esta vez esté algo
más receptivo, pero se aparta de nuevo y lo hace mirándome a los ojos a
sabiendas de que me hace daño. –Déjame al menos pedirte perdón.
-No quiero
que me pidas perdón ni quiero que me digas nada, Anna. No estoy enfadado
contigo si es eso lo que te preocupa. Lo hemos intentado y no hemos sabido cómo
hacerlo… Ahora déjame al menos que me acostumbre a estar sin ti y quizás luego
podamos volver a ser amigos. Necesito que me des tiempo, por favor. –Oírle
decir eso hace que el corazón me duela mucho más, que todo me dé vueltas y no
puedo hacer más que quedarme en silencio suplicando que todo esto sea sólo un
mal sueño.
-¡Ya llega
aquí el camarero! –Dice Flo entrando por la puerta con una cerveza en la mano y
un ron con Cocacola en la otra.
-Lo siento,
Flo, pero me acaba de llamar Chuspy y me tengo que ir ya ¡Nos queda pendiente una
tarde de charla, eh!
-¿Ya? ¿Ha pasado
algo?
-No, no te preocupes.
Cosas del espectáculo.
-Bueno, espero
verte pronto, Martínez.
-¡Eso dalo por
hecho! –Mientras tanto, yo me limito a observar cómo Dani se despide de Flo como
si esta conversación que acabamos de tener nunca hubiera llegado a pasar y en cuanto
oigo que se cierra la puerta que da a la calle, me invade una sensación de soledad
que nunca antes había experimentado. A pesar de tener a Flo a mi lado, de estar
hablándome, yo no le escucho. Para mí ya no hay nada a mi alrededor más que oscuridad
y desolación.
-¿Anna? ¿Estás
bien? –Se acerca a mí apoya su mano en mi hombro.
-Sí, creo que
sí.
-¿Quieres contarme
algo?
-No, tranquilo
¿Qué me estabas diciendo que no me he enterado?
-Decía que no
teníais que haberos cortado tanto porque yo estuviera delante, Anna. Que yo no estoy
en contra de lo vuestro siempre y cuando sepáis llevarlo. No quiero que vuestros
problemas afecten al equipo y mucho menos que os hagáis daño el uno al otro. Me
entiendes ¿No?
-No sabes cuánto.
–Y sin ni siquiera saber qué me pasa, Flo me da un abrazo que me hace romper a llorar
de nuevo.
-Sea lo que sea,
seguro que tiene arreglo, Anna.
Cruel es la palabra que te define ahora mismo!!!! Dios!!! Que lo arreglen ya de ya!! Fcghddvjgdcbkxgv.
ResponderEliminarQue congoja todo el cap...eso es por lo bien que lo escribes...siguiente prontito por fiii
noooo! no puede acabar asi esto! que se reconcilien! :( ..... siguiente :)
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