sábado, 11 de enero de 2014

Capítulo 54. No sabes cuánto

Me quito la poca mermelada que quedaba sobre mi cabeza, me seco y me visto lo más cómoda posible. Me recojo el pelo en una coleta alta y ni siquiera me maquillo, sólo quiero pedirle perdón. Pedirle perdón por haber sido tan egoísta y no darme cuenta de que él también lo estaba pasando mal, que no sólo a mí me importa lo que piense Flo y a pesar de eso ha intentado ser fuerte para que yo no me derrumbara.
Salgo de casa, cierro la puerta y meto las llaves en el bolso. Justo antes de salir del portal me pongo las gafas de sol por si a algún paparazzi se le ocurre hacer un reportaje sobre lo hinchados que están mis ojos y camino hasta mi coche sin apartar la vista de las ruedas. No me interesa lo que pase a mi alrededor, ahora sólo quiero llegar a casa de Dani lo antes posible. Cuando estoy ya dentro sentada, dejo el bolso en el asiento del copiloto y arranco. A medida que voy recorriendo kilómetros, acelero un poco más para acabar con esta agonía de no saber cómo reaccionará Dani cuando le admita que he sido una completa estúpida.
Por fin llego a su casa y aparco casi en la acera, pero es que no puedo perder tiempo buscando un hueco libre. El portero me reconoce en cuanto me ve y me deja pasar, pero cuando estoy frente a la puerta de Dani ya no es todo tan fácil. Llamo al timbre una y otra vez, pero nadie responde al otro lado de la puerta. Cada vez pulso más rápido y aunque ya sé que no me va a abrir, no puedo parar de llamar descargando así mi rabia. No estoy enfadada con él, sino conmigo. He tenido que esperar a que esto pasara para darme cuenta de que Dani también se merece su tiempo para desahogarse, que para él todo esto es tan difícil como lo es para mí.
Finalmente desisto y dejo de llamar, pero me quedo unos segundos apoyando la frente en la puerta hasta que me calmo y mis lágrimas dejan de caer o al menos no lo hacen con tanta fuerza. Me vuelvo a colocar las gafas y bajo por las escaleras. Me despido del portero con un simple movimiento de cabeza ya que no me salen las palabras y me vuelvo a montar en el coche. No sé a dónde voy, no sé qué va a pasar con Dani, no sé qué voy a hacer con mi vida a partir de ahora. Simplemente conduzco por Madrid sin parar de llorar hasta que me doy cuenta de que estoy yendo a casa de Flo. Quizás sea por eso que decimos siempre de que somos padre e hija pero el hecho de pensar que me va a dar un abrazo de los suyos me reconforta y hace que me tranquilice un poco.
Aparco, salgo del coche y me vuelvo a poner las gafas. Empiezo caminando despacio intentando mantener mi respiración a un ritmo pausado, pero a medida que voy dando pasos me doy cuenta de que cada vez voy más rápido y que necesito a Flo cuanto antes.
Llamo al timbre un par de veces y segundos más tarde la puerta se abre.
-¡Hola Annita! ¡No me dijo Dani que venías! –Me da dos besos y se echa a un lado para dejarme pasar ¿Por qué tendría Dani que decirle nada? –Pasa, pasa. Estamos en la salita hablando de nuestras cosas. -¿Qué? ¿Estamos? ¿Quiénes? Mis dudas se resuelven en cuanto entro en la habitación y le veo sentado mirando al suelo.
-Hola. –Digo tan bajito que casi dudo de si se ha enterado o no. Me mira y alza un poco la cabeza a modo de saludo. Flo se para detrás de mí y coloca sus manos en mis hombros.
-Bueno, parejita, tenemos una conversación pendiente ¿No? Voy a por unas cervezas y ahora vuelvo.
-Yo no quiero nada, Flo, gracias. –Contesto todavía casi sin voz.
-Yo prefiero ron con Cocacola ¿Tienes?
-¿A estas horas? –Contesta Flo tan asombrado como yo.
-A veces el alcohol es lo que menos daño te hace. –Dice mirándome con sus ojos cargados de ira.
-Ya viene Dani filosófico. –Dice Flo mientras desaparece por el pasillo creyéndose que está de broma.
-Dani ¿Podemos hablar un momento?
-¿De qué?
-De lo nuestro.
-¿De lo nuestro cuando? ¿Cuándo somos novios, cuando no lo somos? ¿En qué punto decide ahora la señorita que quiere estar?
-Dani, no seas así, por favor.
-No tengo nada que hablar contigo, Anna. Ya hemos destrozado la amistad que teníamos y no quiero romper el buen rollo que hay en todo el equipo, así que cada uno por su lado y aquí no ha pasado nada.
-No puedo fingir que no te quiero, Dani. –Digo mientras camino hacia él y me siento en el reposabrazos del sillón donde está sentado, pero en cuanto ve que me estoy sentando se levanta tan rápido que parece que no quisiera ni rozarme. –Dani, por favor.
-Se acabó, Anna. Entiéndelo y no te arrastres más ¿A qué has venido?
-No lo sé. Fui a tu casa y como no me abrías empecé a conducir hasta que acabé aquí.
-Está bien ¿Te vas tú o me voy yo?
-Dani, por favor. Dame solo cinco minutos aunque sea y aclaremos todo esto. –Me levanto y me vuelvo a acercar a él con la esperanza de que esta vez esté algo más receptivo, pero se aparta de nuevo y lo hace mirándome a los ojos a sabiendas de que me hace daño. –Déjame al menos pedirte perdón.
-No quiero que me pidas perdón ni quiero que me digas nada, Anna. No estoy enfadado contigo si es eso lo que te preocupa. Lo hemos intentado y no hemos sabido cómo hacerlo… Ahora déjame al menos que me acostumbre a estar sin ti y quizás luego podamos volver a ser amigos. Necesito que me des tiempo, por favor. –Oírle decir eso hace que el corazón me duela mucho más, que todo me dé vueltas y no puedo hacer más que quedarme en silencio suplicando que todo esto sea sólo un mal sueño.
-¡Ya llega aquí el camarero! –Dice Flo entrando por la puerta con una cerveza en la mano y un ron con Cocacola en la otra.
-Lo siento, Flo, pero me acaba de llamar Chuspy y me tengo que ir ya ¡Nos queda pendiente una tarde de charla, eh!
-¿Ya? ¿Ha pasado algo?
-No, no te preocupes. Cosas del espectáculo.
-Bueno, espero verte pronto, Martínez.
-¡Eso dalo por hecho! –Mientras tanto, yo me limito a observar cómo Dani se despide de Flo como si esta conversación que acabamos de tener nunca hubiera llegado a pasar y en cuanto oigo que se cierra la puerta que da a la calle, me invade una sensación de soledad que nunca antes había experimentado. A pesar de tener a Flo a mi lado, de estar hablándome, yo no le escucho. Para mí ya no hay nada a mi alrededor más que oscuridad y desolación.
-¿Anna? ¿Estás bien? –Se acerca a mí apoya su mano en mi hombro.
-Sí, creo que sí.
-¿Quieres contarme algo?
-No, tranquilo ¿Qué me estabas diciendo que no me he enterado?
-Decía que no teníais que haberos cortado tanto porque yo estuviera delante, Anna. Que yo no estoy en contra de lo vuestro siempre y cuando sepáis llevarlo. No quiero que vuestros problemas afecten al equipo y mucho menos que os hagáis daño el uno al otro. Me entiendes ¿No?
-No sabes cuánto. –Y sin ni siquiera saber qué me pasa, Flo me da un abrazo que me hace romper a llorar de nuevo.

-Sea lo que sea, seguro que tiene arreglo, Anna.

2 comentarios:

  1. Cruel es la palabra que te define ahora mismo!!!! Dios!!! Que lo arreglen ya de ya!! Fcghddvjgdcbkxgv.

    Que congoja todo el cap...eso es por lo bien que lo escribes...siguiente prontito por fiii

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  2. noooo! no puede acabar asi esto! que se reconcilien! :( ..... siguiente :)

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