-Claro –Le contesto tímidamente al mismo tiempo en el que
poso mi mano sobre la suya y entramos agarrados en lo que hasta hace un rato
era el escenario del ranking más multitudinario que jamás había visto.
Suena “Checherereche” de Gusttavo Lima y me acuerdo de uno de
los últimos días de OM, cuando en la sección de Cris lo pasamos tan bien
mientras Flo cantaba las canciones que iba escuchando a través de los
auriculares imitando a Pablo Pablete y Dani y yo teníamos que adivinar qué
canción era. Parece que hoy todo está relacionado con ese tiempo en el que
éramos tres inseparables; pero a pesar de que la nostalgia me está matando por
dentro, sonrío a Dani al ver que él también reconoce la canción.
-¡Mi abuela favorita! –Dice mientras se abalanza hacia mí, me
abraza por la cintura y me levanta del suelo haciéndonos girar sobre sí mismo.
-¡El culo! ¡El culo! –Grito intentando bajarme el vestido por
detrás. Al oír lo que le digo me vuelve a dejar en el suelo, pero no se despega
de mí. Me sigue rodeando con sus brazos, sonriendo, mirándome a los ojos y yo
me quedo embobada como una tonta.
-Lo siento, ha sido el subidón del momento. –Se excusa
avergonzado y es entonces cuando se separa de mí, dejándome sola; o al menos es
así como yo me siento, como si me faltara algo que hasta hace unos segundos
tenía. Necesito volver a tenerlo cerca.
-No sé si perdonarte… -Finjo estar enfadada, pero al instante
me doy cuenta de que lo que estoy haciendo no tiene sentido. No sé por qué me
estoy comportando así. La mente se me nubla cuando Dani me pone cara de niño
triste y de nuevo mi cuerpo toma el mando sin importarle ni una pizca lo que mi
cerebro opine de todo esto. Mi mano se coloca sobre su mentón y lo acaricia
hasta que al fin consigo comportarme como una persona adulta.
-Vamos a bailar, Martínez, que del baile que me has prometido
no te libras. –Me empiezo a contonear sin intentar parecer demasiado sexy. Creo
que con lo de antes ya he hecho demasiado el ridículo aunque me parece que Dani
no se ha dado cuenta de nada ¡Menos mal!
El volumen de la música comienza a descender poco a poco,
dando paso a un nuevo ritmo mucho más pausado y la gente que está allí con
nosotros se va emparejando con aquel que tiene más cerca para bailar abrazados.
Dani me tiende la mano sonriéndome de forma pícara, como si me estuviera
diciendo que después de tantos años va a conseguir que yo me contonee pegada a
él.
Le doy la mano y él me la coloca en su cuello mientras lleva
la otra suya hasta mi cintura y siento como por un momento, todo estuviese bien
en mi vida. Como si ahora todo estuviera como realmente debe estar. Es una
sensación tan especial que necesito exprimirla al máximo y apoyo mi cabeza en
su hombro escondiendo mi cara en su cuello. Aspiro profundamente para absorber
su olor, ese olor que me está volviendo loca desde que empezamos a bailar.
Estamos tan cerca el uno del otro que puedo notar cómo su pecho se mueve al
ritmo de su respiración y eso me encanta. Me quedaría así el resto de mi vida.
Dani me aprieta un poco más contra él y me besa la cabeza.
-Te he echado mucho de menos, Anna.
Yo me quedo callada. No sé qué decir. O en realidad sí lo sé,
pero no quiero. Le diría que le llevo echando de menos toda mi vida porque
estar así abrazada a él es la sensación que siempre he deseado vivir. Le diría
que no me suelte nunca porque acabo de descubrir que quiero pasar el resto de
mis días así, en este lugar, con él. Que no me lo tenga en cuenta pero que me
voy a quedar embobada cada vez que me sonría. Y que ojalá esté sintiendo lo
mismo que yo ahora mismo porque no sé si voy a ser capaz de estar mucho más
tiempo con él sin susurrarle al oído que sin quererlo me estoy volviendo loca
por él, totalmente loca y no puedo remediarlo. Al pensar en todo esto me doy
cuenta de que Marta tenía razón. Ella sabía perfectamente que esto estaba
pasando y yo me he portado fatal con ella. Y lo peor de todo es que no puedo controlar
este sentimiento de culpabilidad que me invade el alma porque sin querer voy a
destrozar esta amistad tan especial que tengo con Dani. Ahora que me he dado
cuenta de lo que siento no voy a poder seguir siendo su amiga. Podría
intentarlo pero sé que no lo conseguiría, lo cual significa que cuando pase la
noche de mañana en la que nos reuniremos con el equipo tontaco, mi camino se
separará totalmente del de Dani para poder así aprender a olvidarle. Será mi
propia terapia de choque, mi método de desintoxicación.
Una lágrima tras otra empiezan a descender por mis mejillas y
Dani se da cuenta de que mi respiración está entrecortada. Se separa un poco de
mí y levanta mi barbilla con su dedo, obligándome a mirarle a los ojos.
-Ey, Simon, no llores. Si Lucho no ha sabido valorar lo que
tenía es problema suyo, pero no debes lamentarte por eso. Ya verás como algún
día encontrarás a alguien que realmente sepa darse cuenta de lo grande que
eres. –Gracias a Dios se piensa que estoy así por Lucho, no me ha hecho falta
inventarme ninguna excusa. Me sonríe y me vuelve a abrazar, esta vez
apretándome aún más fuerte contra él.
-Quiero irme a casa, Dani. –Le digo sin parar de llorar.
-Claro, yo te acompaño. Ya verás como mañana lo ves todo
mejor.
-Gracias por esta noche, Dani. –Él no lo sabe, pero es una
despedida. En realidad le estoy dando las gracias por absolutamente todo lo que
ha hecho por mí durante todo este tiempo, lo cual me hace llorar aún más.
-Vamos, anda, que ya empiezas a ponerte sentimental jajajaja.
–Me duele que se lo tome a broma, pero no le culpo. Él no tiene ni la menor
idea de todo lo que está pasando por mi cabeza ni de lo que estoy sintiendo
esta noche. Algún día se dará cuenta de el por qué esta despedida, pero espero
que para entonces yo ya esté lo suficientemente lejos como para que su recuerdo
no pueda seguirme.
Recogemos nuestras cosas en recepción, incluso nuestros
zapatos y vamos caminando hasta mi casa.
En el trayecto consigue hacerme sonreír y mis lágrimas se
convierten en carcajadas. Entre risa y risa llegamos a mi portal y nos quedamos
hablando otro rato.
-Me alegro de que estés mejor. Esos ojos tan bonitos no se
merecen que los castigues de esa forma. Se te ha corrido todo el maquillaje
jajaja.
-Vamos, que debo estar monísima. –Ironizo.
-¿Acaso lo dudas? –Me dice sonriendo. –Ya te he dicho que
vales mucho, Simon, y tarde o temprano alguien tendrá la suerte de ver día a
día cómo te maquillas cada mañana, pero seguramente pensará igual que yo.
-¿Y qué piensas tú? –Estoy deseando oír algo bonito, pero por
otro lado suplico al cielo, al cosmos o a lo que sea que por favor no lo haga
porque me obligaría a recordar esa respuesta cada noche, llorando y deseando
que me lo volviera a repetir mientras me abraza como lo ha hecho esta noche.
-Que eres preciosa incluso sin maquillar. -¡Mierda! ¡Lo ha
dicho! Necesito acabar ya con esta noche que me está colmando de falsas
ilusiones.
-Es tarde… creo que voy a subir ya a casa. –Es entonces
cuando recuerdo que Marta se fue hace ya tiempo y que no tiene llaves de mi
casa. -¡¡Marta!!
-¿Qué pasa?
-Voy a llamarla. Se supone que se quedaba a dormir en mi casa
y no tiene llaves.
-Tranquila Anna. Yo le di las llaves de mi casa cuando me
dijo que se iba. No te preocupes. –Suspiro relajada.
-Uf… Menos mal ¿Y dónde duermes tú ahora?
En tu casa, Anna. jajajaja Muerta me he quedado, por fin se ha dado cuenta de lo que siente Menos mal!!
ResponderEliminarSiguiente!!
Jajajaja gracias por comentar siempre, bonita!!! :D
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