Capítulo 28. Momentos

En la vida, hay momentos en los que nos sentimos incompletos; otras veces nos sentimos tristes sin saber el motivo;  también podemos sentir que estamos haciendo algo mal pero no sabemos el qué y por muchas vueltas que le demos, seguiremos sin saberlo; o incluso sentimos que estamos raros, descontentos con nosotros mismos y no paramos de pensar en qué puede ser eso en lo que estamos fallando.

Por otro lado, también están los momentos en los que nos sentimos satisfechos después de un trabajo bien hecho; momentos en los que sonreímos constantemente sin ni siquiera darnos cuenta; o momentos en los que estás deseando poder hablar con la gente de tu entorno para poder contarles que estás pasando por el mejor momento de tu vida.

Yo en cambio, a pesar de sentirme plenamente feliz, no quiero encontrarme con nadie para contárselo. No quiero tener que salir a la calle para que todos vean mi sonrisa imposible de borrar o mis ojos brillando mientras reflejan lo enamorada que estoy.

Lo que yo quiero es quedarme para siempre como estoy ahora mismo, tumbada en la cama abrazando al hombre que más feliz me ha hecho hasta ahora. Desnudos, sin dejar si quiera que la ropa se interponga entre nosotros. Callados, pero hablándonos con la mirada. Regalándonos caricias que se graban en nuestra piel. Leyéndonos el pensamiento mientras pensamos “Te amo”. Sonriéndonos el uno al otro al mismo tiempo que oímos nuestra respiración.

-Anna, en algún momento del día nos tendremos que levantar de la cama.

-No, por favor –Digo poniendo cara de niña pequeña mientras le abrazo con fuerza para que no se pueda escapar.

-Tu móvil acaba de sonar y el mío lo hizo hace ya un rato. No podemos vivir alimentándonos el uno del otro, mi niña. –Me acaricia la cara apartándome un mechón de pelo. –Tenemos nuestras obligaciones y quizás estén intentando contactar con nosotros para algo importante.

-Seguro que es Marta o alguien del equipo para preguntarnos por lo de Instagram. –Intento convencerle de que no se levante.

-Hagamos un trato: Miramos los móviles y si no es nada importante, los apagamos y nos volvemos a meter en la cama. Si no, ya sabes lo que toca.

-Jooo –Digo mientras escondo mi cara en su pecho como si así ya nada pudiera pasarme. Como si fuera el lugar más seguro del mundo y nadie pudiera sacarme de ahí.

-Venga, abuela, vamos arriba. –Se incorpora un poco, estira el brazo para coger mi móvil que está en la mesilla y hace lo mismo hacia el otro lado para coger el suyo. –Toma. –Coloca el mío sobre mi mano y comienza a mirar todas las notificaciones que le habían ido llegando a lo largo de la mañana. Yo giro la cabeza hacia el otro lado y protesto ¿De verdad es necesario estar tan enganchados a ese aparato? Si pasara algo importante no habrían llamado en lugar de enviarnos Whatsapps.

-¿Qué querían? –Digo un poco molesta por haber roto nuestro momento.

-Nada, unos amigos diciéndome que salgamos esta noche… -Sigue moviendo los dedos sobre la pantalla para leer más. -…Nacho y Meri, que dicen que nos han pillado y que quieren cena de parejitas cuanto antes… Y Flo, que le han llamado de Grupo Planeta y quieren un borrador de la etapa de TLJ para dentro de cinco meses.

-¡¡¿QUÉ?!! –Me siento rápidamente sobre las sábanas mirando a Dani.

-Todavía tenemos tiempo Anna, son cinco meses. Anda, ven aquí conmigo otra vez. –Dice mientras se vuelve a acostar.

-Dani, es TLJ entero para dentro de cinco meses ¡Está claro que no hay tiempo!

-Pero sólo hay que entregar un borrador, no tiene por qué estar perfecto.

-Lo siento, pero yo me voy a casa a ponerme con eso. Quiero que este proyecto salga bien y no lo voy a dejar para el último momento. –Me empiezo a vestir mientras Dani sigue tumbado, lo cual me molesta un poco. Cuanto antes lo haga, antes podremos pasar tiempo juntos sin preocupaciones, pero parece que eso a él no le importa.

-¿Y por qué no lo haces aquí? Tu en tu casa no tienes ni un portátil decente y yo aquí te puedo dejar el mío.

-No, Dani, el tuyo lo tienes que usar tú, que también tienes trabajo que hacer. Además, para escribir necesito estar concentrada y contigo rondando por aquí no lo voy a conseguir.

-Por eso no te preocupes. Yo ahora me pongo con mis cosas y no te molesto. Así cuando quieras descansar, aquí estaré yo para darte un masaje y tratarte como una princesa. –Dice mientras se acera a mí, caminando de rodillas por la cama, me rodea la cintura con sus brazos y me da un beso. Yo no le puedo decir que no y le devuelvo el beso aceptando su petición.

-Entonces me tienes que ayudar antes a buscar el vuelo a Barcelona.

-¿No lo puedes atrasar unos días más? O semanas, meses, años… Quédate en Madrid, por favor.

-Dani, aún no sé qué voy a hacer… Quiero estar aquí contigo, pero también quiero estar con mi familia ahora que no estoy trabajando. –Se sienta sobre la cama como si le acabaran de dar el mayor golpe de su vida y se hubiera quedado hecho polvo.

-Pero tu familia te ha tenido ya treinta años. Déjame ahora disfrutar a mí ahora de ti. –Me siento entre sus piernas y le acaricio el pelo.

-Voy a estar unos días en Mollet mientras me lo pienso ¿Vale? Te puedes venir conmigo si quieres, mi madre me dijo que te invitara a comer y seguro que se alegran mucho de verte.

-Es que no entiendo qué hay que pensar, Anna, no lo entiendo. Gira la cabeza y me aparta la mirada enfadado.

-Dani, es mi familia. También tengo que estar con ellos. –Digo mientras le acaricio la cara intentando que me vuelva a mirar, aunque no lo consigo.

-¿Y qué pasa? ¿Qué yo no tengo familia? ¿Que no echo de menos a mis padres? ¿A caso no les quiero tanto como tú a los tuyos?

-No he dicho eso, Dani.

-¿Entonces qué es? –Se pone de pie alejándose así de mis caricias. -¿No quieres estar conmigo? Porque después de haberte tenido entre mis brazos me resulta imposible pensar en semanas enteras sin ti y parece que a ti no te pasa lo mismo conmigo.

-Claro que me pasa, Dani. No he dicho que vaya a ser fácil estar separados. Ni siquiera te he dicho que vayamos a estarlo. No sé aún lo que voy a hacer.

-Entonces yo no sé si quiero seguir con esto.